¿Cómo y por qué decir NO?

Hay quien dice “no” a todo y la fuerza del “no” es tan bestial como la del “sí”.

Las personas hacemos las cosas por evitar castigos o por obtener premios; entonces el “no” mal acomodado puede bloquear cualquier entusiasmo. Hay quien en automático dice “no” a todo.

¿Es una cuestión de programación mental? Sí, puede ser, aunque (personalmente) lo veo llamo “la experiencia pasada del individuo”.

Si en general te ha ido mal en la vida, estarás poco abierto (más bien cerrado) a posibilidades nuevas. El “no” entonces se convierte en un salvoconducto para evitar aceptar la invitación a que te muevas de tu zona de confort. ¡Vaya!, si en el pasado te quemaste la boca con café caliente, el “no” inmediato evitará que te vuelvas a quemar. Aunque, por supuesto, también te impide disfrutar de un buen café, esta vez no tan caliente.

Específicamente en el trabajo, como colaborador, puede haber múltiples razones para decir “no” de entrada, ¿cuáles son válidas y cuáles no? Yo considero que aquellas en las que la situación laboral te lleva a una zona donde se expone tu integridad física, moral o emocional, se vale decir que “no”; aquellas en donde debes traicionar principios elementales de tu formación o de tus valores, se vale el “no”.

Todas las demás yo las matizaría con un “voy a ver”, “déjame probar” o “me abro a la posibilidad de un sí”. Mientras tú estás seguro de lo que eres y de lo que tienes, tu conducta se refleja a través de los “sí”.

Ahora bien, es importante distinguir cuándo es importante decir que no y poner un alto. Por poner un ejemplo, si estás hasta el tope de trabajo, de proyectos, de responsabilidades: ¡DI NO! La gente a tu alrededor no sabe hasta qué punto puede “estirar tu liga”, eso también es comunicación asertiva.

¿Qué tal cuando en una comida (pensemos que estamos a dieta), nos sirven “una pequeña rebanada de pastel”? Muchas veces por no “despreciar” al anfitrión o bien por no parecer “grosero” aceptamos, pero esto rompe completamente con nuestro compromiso con nosotros. Entonces, ¿qué era mejor, aceptar el “pequeño bocado” que acababa con tu régimen y tu palabra o bien decir NO y ser íntegro contigo?

HOY quiero compartir contigo algunos tips para decir “no”:

1. Piérdele el miedo: Nuestra educación va encaminada a decir “sí” y más si parece requisito indispensable para transitar dentro de la sociedad; sin embargo, no hay nada más contrario a ello, ya que primero debemos hacer consciente si realmente queremos decir “sí” y no expresarlo por simple hábito. Sacúdete la idea del “¿qué pensaran los demás de mí al negarme?”.

2. Explica sin explicar: Por supuesto que tu respuesta debe hacerse de manera asertiva; es decir, no basta con decir “no” y darte la media vuelta. Hazle saber al otro los fundamentos más fuertes que te hacen tomar esta decisión, sé sutil, evita entrar en detalle para que no traten de convencerte de lo contrario.

3. Da opciones: Ayúdale al otro a encontrar diferentes iniciativas para resolver aquello a lo que tú decidiste decir que “no”: Recuerda que mil caminos llevan a Roma; así que pon de tu parte, hasta dónde puedas y quieras, para llegar a la solución.

4. Sé claro: ¿De qué sirve darle vueltas a las cosas? Sé que a veces no es fácil atrevernos a decir que “no” por todo el significado que esto trae y el concepto erróneo que nos han enseñado del mismo; sin embargo, es más recomendable ser directo que tener a los demás en incertidumbre.

5. Espera todo: Las personas, sobretodo en nuestra cultura mexicana, no estamos acostumbradas ni a decir “no” ni a aceptar un “no”, por lo tanto seguramente te toparás con todo tipo de reacciones, desde quienes respetarán tu respuesta hasta quienes pensarán, mientras te sonríen, “Ya necesitarás algo”:

En resumen, da el “sí” a las oportunidades, al crecimiento, al empoderamiento; da un “no” para poner límites. Eso te hará más grande, confiable y dará un valor mayor a tu vida.
Piensa, reflexiona y actúa.

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