Opinión

Nada de casualidades

Estar en atención constante y presente de aquellas cosas con las que la vida generosamente nos devuelve un mensaje de aquello que dejamos abandonado en función de nuestro crecimiento. No existen las casualidades, sino las causalidades, es decir que absolutamente todo lo que ocurre tiene su origen en una causa.

Si asumimos con total cabalidad y responsabilidad este principio, la vida puede ir fluyendo mucho más fácil por la sencilla razón de que estaremos ya en la posición de querer escuchar por dónde es que ella quiere llevarnos y así, nuestra propia conciencia, en orden de seguir aprendiendo y evolucionando. ¿Cuántas veces nos pasa que perseguimos algo y por más que hacemos no lo conseguimos? Un trabajo, relaciones, movimientos, buena fortuna, etc.

Pero por más que no se nos es dado como mensaje de que por ahí no va, o de que si lo tenemos estaríamos escapando de lo primordial y lejos de ser un bien sería un tremendo retroceso, seguimos insistiendo para luego entrar a la queja de lo mal que nos va.

Si negamos la atención a alguien que requería de nuestro tiempo es absurdo darnos por sorprendidos cuando alguien más nos niegue el favor de su atención; si evadimos constantemente enfrentar nuestras responsabilidades no nos debe sorprender que las y los demás no sean responsables para con nosotros; si somos personas descorteses y maleducadas, no esperemos que en todos lados nos reciban con el tapete rojo.

Si somos indiferentes a las causas importantes en nuestros núcleos, no esperemos solidaridad de nadie; si tenemos buena fortuna y somos despilfarradores sin causa, y los grandes malagradecidos, sería absurdo asombrarse si un buen día, como de la nada, todo se lo lleva el viento; si fuimos infieles a un compromiso, prometimos aquello que jamás cumpliríamos, embaucamos jugando con los sentimientos de alguien, que no nos tome por sorpresa si un buen día nos parten el corazón de la forma más despiadada.

Ser un buen ser, no parte de nociones moralinas, cursis o idealistas, sino de hechos reales y concretos en donde aquello que vamos sembrando es justo lo que creamos para los demás y por lo tanto tarde o temprano nos alcanza.

Por algo el planeta que habitamos es redondo. Tomar conciencia de esto nos ahorra la batalla contra corriente, pues es como conocer la inteligencia con la que todo funciona y valernos de ella para permear nuestros destinos con esta estructura de leyes que -las conozcamos o no- se siguen cumpliendo. La magia real consiste en querer ver para entonces subirnos al ritmo preciso de la naturaleza.

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Entonces todo comienza a ordenarse, a recomponerse, a aclararse, a alivianarse, a elevarse por su ligereza, y en lugar de seguir interrumpiendo el influjo de corriente de vida y amor que corre por toda la red de la conciencia suprema que nos trajo aquí, como trajo a los seres que más queremos, los momentos que más valoramos, las experiencias que jamás olvidaremos, la belleza que nos dejó su impronta para siempre, nos convertimos en capacitores que reciben y transmiten, producen y reproducen ese mismo poder de vida.

A veces eso que no se materializó, el plan que nunca se concretó, el piso que se derrumbó, son lo mejor que nos pudo pasar, pues el acto más grande de amor que un ser consciente puede recibir es que le corrijan como se corrige a un infante que está aprendiendo a vivir. Los hechos son nada más que pequeñas o grandes maneras de regresarnos al único canal que nos realiza y conduce a la plenitud: nuestro propio ser vivido desde la conciencia.

No se pierda esta oportunidad confundiéndolo con mala suerte, malas rachas, culpas y justificaciones sin ton ni son. Abrace todo cuanto llegue pero sobre todo hágalo mirando bien eso que está tratando de decirle para que la próxima vez piense dos veces antes de actuar con algo por lo que tenga que pagar un altísimo precio al cual, a veces, no se le ve fin. Dios/Diosa, Divinidad, Vida, Universo, o como le quiera nombrar, está dentro de cada partícula de la existencia. No lo olvide jamás. 

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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