Opinión

2019

Bienvenido el 2019 con los brazos y sobre todo, con el corazón abierto. Los indios de Norteamérica tienen la sabia creencia de que lo único que nos llevamos de esta vida son las experiencias y por lo tanto debemos invertir en aquello que como vivencia queremos que nos acompañe hasta dar el salto al mundo del otro lado.

El 2018 ha sido un año complicado y lleno de retos para muchos de nosotros de manera individual y por supuesto como sociedad. Los cambios y lo estrepitoso de las exigencias de la vida que parece acelerarse por un lado y por otro sentirse lenta al atravesar los desafíos personales, aunque cansados, nos permite tomar la perspectiva de valorar lo esencial y darle el lugar que merece.

Cuando se nos mueve el piso, las estructuras, o aquello que considerábamos importante y que de un momento a otro cambia, es que comenzamos a mirar eso que es verdaderamente trascendente, y entonces ponemos atención a su cuidado.

Madurar por las experiencias puede ser un fuerte golpe que nos sienta en el piso, pero al final es de agradecer que podamos contar con esos aprendizajes que expanden nuestra conciencia. Así que cada que cerramos un año podemos realizar un recuento en donde lo mejor, aunque a veces doloroso, es aquello que nos dejó una buena lección y que al final pudimos superar o que sabemos que es una nueva noción para nuestra formación como mejores seres humanos.

Y esto significa que somos capaces de abordar las cosas de una manera distinta, abrazando lo que vale la pena, y dejar a un lado las mortificaciones y la angustia que nos produce muchas veces aquello que realmente no importa tanto.

Desde el lugar de una recopilación madura de eso que nos despertó, que nos sacudió para ver mejor, para ser capaces de separar lo que somos de lo que no somos, para dejar de sufrir cuando lo que tenemos que hacer es actuar, liberar, perdonar, crecer o sanar, entonces estamos listos y listas para dar el salto a ser más esenciales y servir a los demás, servir a la vida en toda la extensión de la palabra.

Si este año no pudimos regalar algo material, en el siguiente tal vez sí seamos capaces de regalar una palabra de aliento, constructiva y de aprecio; más presencia y menos ausencia, más inteligencia y menos aletargamiento, más acción y menos dilación, más movimiento armonioso y menos prisa desbocada, más cuidado de nuestra salud personal y menos maltrato físico, mental o emocional; más del amor y menos del desamor.

PUBLICIDAD

Después de las batallas que cada uno y una de nosotros hayamos librado este año que ya se cierra, estoy seguro que no tenemos las manos vacías sino todo lo contrario: estas ya no están atiborradas de lo inservible, para darle espacio a lo que siempre está, que probablemente no estemos acostumbrados a ver a simple vista, esa dotación de esencia viva que está dentro de cada uno para reconstruirnos las veces que sean necesarias.

Al salir del margen de lo conocido podemos aventurarnos a explorar nuevas posibilidades, pero ahora siendo más reales, más verdaderos, y más genuinos. Por todo lo experimentado y vivido en el 2018, demos gracias. Dejemos el prejuicio de que sólo cosas agradables tienen que pasar para que lo consideremos un buen año, pues recordemos la fábula de la perla que crece de aquella herida de la ostra.

Y así nuestros caminos, pues lo reconozcamos o no, a veces los años en donde hemos vivido las cosas más tristes o agrestes, es cuando hemos dado ese estirón en la conciencia que nos ha permitido surfear las olas de la vida con mucha mayor gracia y facilidad.

Gracias 2018 por tus desencantos, por tus grietas, por tus aplastamientos, por tus sacudidas, por tus giros de 180º, por tus momentos oscuros, gracias, gracias, gracias. Bienvenido un gran 2019 para todos los seres. 

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

Tags

Lo Último