Después de una profunda discusión en el Congreso, se le dio un voto de confianza al Ejecutivo con la creación de una Guardia Nacional que incluyó un conjunto de importantísimos cambios que impulsamos los partidos de oposición, la sociedad civil y la academia, para contar con una institución de mando civil que, sí la harán funcionar de manera adecuada dentro de una estrategia coherente e integral de seguridad y que nos pueda dar los resultados en materia de seguridad que todos los mexicanos esperamos. Queremos vivir libres y en paz, sin que nadie atente contra nuestra vida, integridad o patrimonio.
Quien encabece la Guardia Nacional debe tener un perfil íntegro, profesional y con amplia experiencia; pero además, debe tener una visión verdaderamente integral que implique efectividad en la tarea de darnos seguridad, al tiempo que priorice en su actuar y en el de todos los elementos de la corporación, el respeto irrestricto a los derechos humanos de las y los ciudadanos, en concordancia con los principios que dicta nuestra Constitución en su artículo 21 sobre las responsabilidades que tienen todas las autoridades encargadas de la seguridad pública: legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo, honradez, además del respeto a los derechos humanos.
Uno de los cambios más relevantes que se le dieron a esta nueva policía desde la oposición en el Senado, fue la obligación de presentar e informar anualmente la estrategia de seguridad y sus resultados. Esto con el fin de fortalecer nuestro sistema de rendición de cuentas. Por lo que este perfil, adicionalmente será uno que promueva y practique la transparencia y fortalezca los contrapesos de nuestro sistema político.
Por lo anterior, el nuevo perfil debe contar con altos estándares de calidad y exigencia. El encargo no es menor y la responsabilidad es altísima. ¿Y por qué no pensar en una mujer para tan relevante tarea? Las y los mexicanos anhelamos y merecemos vivir en paz pero ya.