Robo de relojes

Muchos delitos que ocurren diariamente en las calles de la Ciudad de México pueden entrelazarse y hacernos creer que están relacionados, pero no es así. Un ejemplo es el robo de relojes; mientras uno puede pensar que fue víctima de un asalto, la realidad es que los delincuentes ya seguían a la víctima desde que identificaron una pieza de joyería fina que les interesa.

Mario Maldonado es un reconocido periodista de negocios, a quien leo y escucho con mucha frecuencia, que hace unos días denunció en redes sociales un asalto a mano armada en una de las principales vialidades de nuestra capital. Con los seguros de las puertas abajo y los vidrios arriba mientras conducía, Mario alcanzó a ver a un sujeto que se le acercó a pie con un arma y le exigió su reloj, en cuanto lo obtuvo corrió en otro sentido, seguramente para encontrarse con un cómplice en motoneta o en otro coche para huir.

También es muy probable que lo siguieran desde que detectaron su reloj. La marca y el modelo son lo de menos, lo importante es que este tipo de delincuentes están entrenados para identificar rápidamente joyas que pueden mover en el mercado ilegal. El modus operandi es precisamente el asalto, siempre enfocado en una víctima a la que previamente observaron en algún restaurante, cafetería o centro de negocios, como existen muchos en una gran ciudad.

Aunque pueden buscar llevarse el celular, la cartera o la bolsa, su objetivo es la joya, porque son delincuentes que forman parte de una organización bien coordinada de compra y venta a casas de empeño de dudosa reputación, tiendas “especializadas” en el Centro Histórico y clientes que ordenan “por encargo” como si se tratara de un catálogo.

Hace unos años, en una racha notoria de robos de joyería derivada de la llamada reforma fiscal (muchas personas pensaron que era buena idea invertir en objetos de lujo como una forma de disminuir su pago de impuestos), conocimos un caso en el que ayudamos a la víctima con su denuncia y que derivó en la detención de una red completa de esta clase de ladrones.

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Resulta que tenían hasta un par de “vendedores” que se hacían pasar por distinguidos miembros de un club deportivo y enganchaban compradores a partir de contarles que habían quebrado sus negocios y estaban rematando sus posesiones. Ya con el interesado, mandaban a sus ladrones a buscar víctimas.

Como sociedad no debemos permitir que suceda ni un solo delito y mucho menos pensar que llevar un artículo de valor implica un riesgo en nuestra ciudad. Todo lo contrario, nuestra demanda es que podamos salir a la calle sin preocupación, llevemos lo que llevemos.

Mientras alcanzamos ese objetivo, vale la pena conocer la lógica y las maneras de proceder de delincuentes que son cobardes, miserables y todo aquello que detestamos, pero que no son tontos y están organizados. Mi solidaridad con Mario y con quien ha sufrido este tipo de agresión.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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