Para ser leído con: “Je Veux Te Voir”, de Yelle
¿Te ha pasado que accidentalmente tiras un vaso y lo rompes? No hay dónde esconderse, todo mundo fue testigo de tu torpeza (se llama fiesta) y aún así decides untarle gracia: “¡Es que no me dan espacio!”, “¡Estaba muy esquinado!”, o “Yo no quería mover la mano en esa dirección”.
“Lo más probable es que un agente externo que colisionó con alguna singularidad y juntos llevaron mi brazo a tirar el vaso.” O sea: Puedes cometer una idiotez, incluso montar un operativo improvisado en Culiacán, pero nunca aceptar tu responsabilidad, porque a pesar de abrazar la dignidad y la verdad como algo esperado, exprimir el sinsentido al grado de la comicidad podría tener cierto mérito. Decía Steiner: “El hombre acorralado se vuelve elocuente”.
Hubo un tiempo en el que los actos respondían al criterio primario y éste, de manera visionaria, a un sentido de responsabilidad. Pero los tiempos cambian, así como como lo hace la integridad y los placeres de la inmediatez suelen obnubilar el largo plazo y su costosa construcción.
Piensa en los daños elegidos para tu propia vida y los que van a incrementar con tu evasiva. Hurga tus carencias y abandonos, mismos que durante algún tiempo fueron eficaces para hacerte la víctima y ahora son ingeniosos disfraces para que te sonrían. La virtud al servicio de la circunstancia.
Así como el adolescente se da cuenta que no embona por su carácter de adolescer, hay momentos de revelación en los que queda claro que somos herencia de un imperio cultural que ha respondido a sus estímulos con maestría: fabricar culpas y rascárselas, sea en lo político, económico y hasta en lo emocional.
¿Por qué nos sorprenden que nos quieran ver la cara si son historias con las que hemos crecido?
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Ni la soberbia para justificar los errores, ni gritar al mundo que no te arrepientes, revierten la realidad de todo lo que hagas, digas o incluso pienses, genera consecuencias, de las cuales te enorgullecerás o avergonzarás tarde o temprano.
En lo simple radica la sabiduría perfecta: negociar lo no negociable y no negociar lo negociable es una horca segura para tu paz y la de quienes te rodean.