El artículo 102 de la Constitución Federal, en su parte relativa, establece que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos contará con autonomía de gestión y presupuestaria, así como que su Presidente será elegido por el voto de las dos terceras partes de los miembros presentes de la Cámara de Senadores, durará en su encargo cinco años y que dicha elección se ajustará a un procedimiento de consulta pública, que deberá ser transparente.
En este sentido, el jueves 07 de noviembre pasado en el Pleno del Senado de la República elegimos a María del Rosario Piedra Ibarra, como la nueva presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos para el periodo 2019-2024. Lo anterior, implicó que dicha persona reunió, en principio, los requisitos legales y de idoneidad que para tal efecto se establecen, además de que se consideró la trayectoria de su lucha en favor de la promoción, respeto y protección de los derechos humanos desde la sociedad civil.
Al respecto, estimo que el hecho de que en esta ocasión no hayamos elegido a una persona con un perfil similar a los anteriores y actual titular de dicho órgano, no implica que las cosas se vayan a hacer mal, todo lo contrario, estamos depositando nuestra confianza en una persona que ha luchado incansablemente por el respeto a los derechos humanos y fundamentales desde una trinchera pragmática y que por ese hecho tiene una óptica distinta a los académicos e investigadores que por supuesto ayudará a tener una mejor protección de los derechos de las personas.
Aunado a lo anterior, considero que la autonomía de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos no se verá afectada, puesto que es una institución que cuenta con facultades debidamente señaladas en la Carta Magna y su titular simplemente debe llevarlas a cabo.