Quiero dedicar especialmente este espacio a mi amado público y a mi equipo para agradecerles constante y eternamente por la gracia de acompañarme siempre. Como lo he dicho en repetidas ocasiones: son el mejor público y el mejor equipo del mundo.
Y no lo digo de dientes para afuera, pues en ustedes me he sostenido en los momentos más negros y salvajes, y en los tiempos de guardar sus mensajes de aliento y apoyo son como un bálsamo que me vuelve a inspirar y me motiva a seguir creando lo que más amo, pero además, hacerlo por y para ustedes.
El vínculo que nos une se ha hecho más y más fuerte y significativo; tal vez algunos parten por una u otra razones, y otros llegan como el nutritivo mensaje de que el show debe continuar, pero todos, absolutamente todos los seres que han compartido conmigo y que me han dejado compartir con ellos, han dejado una huella imborrable que forma parte de mí y del privilegio de desarrollar mi sagrado trabajo.
Cierro esta década con una enorme satisfacción por todos y cada uno de los momentos que nos sucedieron en un claroscuro sumamente trascendente. Las lecciones que aprendimos en este bloque de tiempo son, sin duda, las más fuertes de mi historia. Viví un divorcio, mi madre trascendió de este plano, me aventuré a apostar por cosas que no resultaron, de pronto perdí todo, me sentí morir.
Dios me puso a prueba, llegué al vacío, pero siempre un vacío en compañía. Jamás me sentí solo, siempre supe que tenía dos enormes manos invisibles para sostenerme: la derecha, mi inquebrantable equipo, la izquierda, mi amado público. Dando y recibiendo mientras Dios me aquietaba.
Por eso, ¡GRACIAS! Dicen que a los amigos y también a los enemigos, se les conoce en la enfermedad, en la carencia y en el encierro, y es todo verdad, comprobado en una experiencia imborrable.
Pero lo que más agradezco y admiro en lo profundo, es que en la cima, en donde a veces las cosas pueden ponerse peor, tuve dos piernas que siempre me anclaron a la realidad: la izquierda, mi sólido equipo, la derecha, mi amado público.
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El éxito puede ser tan desolador como el fracaso, sin embargo, la magia de nuestras verdades compartidas, ha sido el árbol que me aterriza. Por eso, ¡GRACIAS! La abrumadora agitación de un medio puede ser tan deslumbrante que mantenerse en el pilar medio es muy complicado, sin embargo, tenerles cerca y en mí, es la fortuna de la coherencia.
Leer sus mensajes, conversar, tener la oportunidad de verles a los ojos, recibir un abrazo, una palabra de consuelo, ha sido mi más grande ancla a lo sencillo que puede ser la felicidad momento a momento.
Mi amado público, mi enorme equipo: que tengan amor, verdad, belleza, confianza, armonía y paz en este 2020 y que la década que iniciamos sea un tiempo que les traiga lo mejor en todo sentido, en donde lo esencial sea más esplendoroso que antes, y en donde, desde ahí, creemos juntos realidades plenas de salud perfecta, inteligencia, amor divino, sabiduría, perdón y opulencia.
Que la magia de los milagros del amor, cuando le dejamos hacer su trabajo, sea el tejido de nuestro día a día.
¡Feliz 2020!