El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha dejado muchos pendientes después de su primer año de gobierno. En materia de seguridad, el 2019 se convirtió en el año más violento de la historia, la economía no creció y el inicio de año comenzó con graves problemas en el sector salud por la desaparición del seguro popular. A pesar de todo esto, los índices de aprobación que tiene son sumamente altos.
El presidente además ha logrado crear una base de seguidores que lo defienden ante cualquier crítica, justificada o no. Los defensores de López Obrador han dejado de lado en muchas ocasiones su propia ideología y sus principios para arropar al mandatario, incluso a costa de personajes cuestionables como el director de la CFE, Manuel Bartlett o Jaime Bonilla, gobernador de Baja California.
Para esos fieles seguidores del mandatario los únicos datos buenos son los suyos, no se debe verificar, con su palabra es suficiente. Para ellos también la crítica es una manera de hacerle daño, de perjudicar un gobierno al que llaman honesto, aunque algunos se sus integrantes no lo sean.
Ante los problemas que aquejan al país sólo falta un video del presidente haciendo lo que mejor sabe hacer, campaña. Una imagen de López Obrador borra cualquier acto que pueda afectar su imagen. Lo mismo puede hablar de comida, béisbol o cualquier distractor.
Muchos de los seguidores del presidente viven en una ilusión, aunque no haya mejorado en nada su vida en el último año siguen creyendo en López Obrador como el único salvador. No importa que el país esté en crisis, no importa que la inseguridad sea la peor de los últimos años, no importa que las cosas estén peor. La ilusión se queda, a pesar de que el país vaya en caída libre.
Últimas palabras.
El avión presidencial va de regreso. No era tan fácil como se nos dijo, ese avión no se vende y sigue costando dinero.