Parte 1
La educación tiene que ser dirigida y enfocada de acuerdo a las características de los estudiantes que la van a recibir. Se debe dejar de pensar en ella como si fuera un producto único, sin importar la etapa de vida e historia de las personas que la experimentan.
No es posible educar pensando que todos los estudiantes son iguales, y sobre todo sin tomar en cuenta las diferencias que tenemos ambas partes: maestro y estudiante.
Cada vez la diferencia es mayor. Ortega y Gasset decía que la edad no es una fecha sino semejante manera de vivir y debemos conocer esa manera de vivir de cada grupo al que vamos a influir. Como padres, maestros y hasta líderes de algún equipo laboral, debemos conocer las características de cada generación, de cada uno de nuestros estudiantes y colaboradores para poder influir en ellos de manera más eficiente y lograr el objetivo buscado.
La educación en las nuevas generaciones tiene que ser adaptada a sus necesidades actuales y no podemos decir que “están mal”, sólo son diferentes a nosotros.
Como ejemplo podemos hablar de la generación del milenio. Ellos son los nacidos aproximadamente entre 1990 y el año 2010. Fueron y son niños cuidados por una sociedad preocupada por su salud y su seguridad. Han crecido viendo TV con exageradas opciones, Internet y redes sociales.
Preguntan su tarea o se las “pasan resuelta”; antes lo hacían por Messenger, ahora por Whatsapp. Hacen varias cosas a la vez y juegan en línea con “amigos” desconocidos de cualquier parte del mundo.
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No leen libros, pero observan videos de toda índole. En general, les cuesta trabajo levantarse temprano pues se quedan utilizando teléfonos, videojuegos y varias cosas más en la noche. Tienen más respeto a sus amigos que a sus padres. Es muy difícil convencerlos pues sienten que están muy bien informados. No son comprendidos completamente por sus padres y maestros.