Opinión

¿Acabarás de leer este texto?

Para leerse con: “Get God’s Attention By Being An Atheist”, de of Montreal
Llevo apenas 11 palabras y probablemente ya estés dudando si seguir leyendo, gracias a la costumbre de asumir que no tienes tiempo donde siempre lo hay.

Pero busca un minuto que aún no esté hipotecado y úsalo para calcular el número de horas promedio al día durante las cuales tu atención está enfocada por completo en lo que haces.

Sonaría lógico, pero con un poco de honestidad no habrá alarma con el dato: 47% de los adultos aceptó no poner atención en lo que hace (Killingswortg y Gilbert, 2010).

Lo que es ilógico es mantener esta dinámica. Conducirse por el día con la atención fracturada sería tanto como ir con los párpados cerrados o en “piloto automático” independiente del sentido del estímulo.

Si es a partir del vínculo con el mundo, que entendemos y procesamos la experiencia para considerarla como valiosa o no, ¿cómo es que cabe la oportunidad para que se pierda siquiera un minuto de atención en el día?

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El periodo de concentración sobre de un estímulo es corto, no porque sobran estímulos distractores, sino porque practicamos constante y reiteradamente la distracción. Se estima que de manera espontánea, el tiempo promedio de atención sobre de un objeto es de 3 segundos. Si no lo crees, voltea a ver tu experiencia.

¿Qué es ser consciente y por qué nos cuesta tanto sostener este ejercicio por periodos prolongados? Tener conciencia es tener claridad cognitiva y darte cuenta de ello y del evento sobre del que plasmas el vínculo. Con ello, la totalidad de la experiencia nutriría cada instante de conciencia, mismo que apoyaría al subsecuente.

Sólo que perfeccionamos la distracción ejercitándola de manera sostenida a lo largo del día. Un ejercicio simple e interesante es ver si puedes contabilizar el número de veces que te distraes en un día. Para ello tendrías que tener una parte de la mente enfocada para que note la distracción y entonces aplicar el conteo. ¿A cuánto crees que ascendería esa cifra en tu caso?

Te regalaron una lámpara que usas para detener la puerta.

Los aspectos disfuncionales del comportamiento y por ello de la mente están relacionados con la falta de atención, su claridad y dirección de la misma. Desde enojos, neurosis a patologías severas, pasan por el mismo cuadro inicial: desenfoque y falta de claridad.

Y, dado que los hábitos no definen a la persona, no basta ver las situaciones, sino saber que se están viendo. Basta aplicar ese mero ejercicio varias veces al día para resarcir el hábito y construir uno nuevo, pero en dirección opuesta.

Por costumbre se vuelca la atención hacia afuera. Asumimos que el mundo determina la experiencia y por ello la prioridad de vida es la manipulación del mundo. ¿Y si más bien, es la experiencia la que determina el mundo?

Por ello la respuesta en hacer propio el vínculo con el objeto de atención. Si el presente es resultado de las acciones pasadas, ¿por qué me cuesta tanto inferir que lo que haga en este momento determinará mi futuro? Y a partir de ello, darle otro sentido, con otra calidad a la presencia mental.

Si no dominas la mente, ella termina dominándote. No hay tercera opción. ¿Dónde te encuentras ahora?

Contrario a la superficialidad del olvido, mantente presente. De eso está hecha la vida. Y por cierto, gracias por terminar de leer el texto.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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