Da vergüenza ser hombre en un país en donde tengan que dividir a las mujeres de los hombres en el transporte público. De hecho, resulta hasta inexplicable cuando lo cuentas a alguien que viene de fuera o vive en el extranjero. Sin embargo, no es suficiente, pues un policía tiene que verificar que los hombres no invadan el espacio restringido de las mujeres.
Da vergüenza ser hombre en un país en el que las mujeres tienen que pensar dos veces cómo vestir antes de salir a la calle. Saben que las pueden agredir, al menos verbalmente, pues corren riesgo en cada esquina de este país.
Da vergüenza ser un hombre en un país en donde a tu novia, sobrina, prima o hermana le tienes que preguntar constantemente si llegó bien a su destino, pedirle que te comparta su ruta y no apague el GPS de su teléfono, porque desafortunadamente pueden ser víctimas de la violencia en cualquier momento.
Da vergüenza ser hombre en un país donde el presidente piensa que un movimiento feminista es para derrocarlo o que es manejado por alguna ideología que no comparte, con una finalidad distinta a la de pedir justicia por la violencia de género.
Da vergüenza ser hombre en un país en donde las niñas corren mucho más riesgos que los niños desde pequeñas. Un país donde matan niñas y las violentan desde temprana edad.
Da vergüenza vivir en este país. Como hombres nos queda acompañar a las mujeres, educar a los niños y, sobretodo, dejar de ser machos en cualquier detalle por mínimo que parezca, pues de nada sirve a los hombres pararse en una manifestación feminista, si no eliminamos a los amigos que ofenden a las mujeres hasta en un chat. Poco o mucho este texto desea ser solidario para todas las mujeres que sufren violencia o acoso en este país.
Últimas palabras
Justicia para ellas.