Saber la realidad no le hace daño a nadie y podríamos estar anticipándonos a lo que ya es considerar una crisis económica global. Pero esto no es información reciente. Desde hace un año la advertencia está echada sobre la mesa: no estamos creciendo ni siquiera al ritmo (tampoco bueno, pero no despreciable) de años anteriores.
Sin duda alguna, el TMEC es una de nuestras mayores apuestas comerciales y regionales. Aunque bajo la óptica de una competencia desigual, nos ha permitido tener mayor interacción con nuestros vecinos inmediatos, pese a los riesgos que eso también implica.
Si no estamos preparados con un Plan Económico y Fiscal propio para nuestras circunstancias que considere esa variable como parte de las alternativas, tampoco estamos haciendo demasiado. No va a haber tratado que “nos salve” ante la adversidad de lo que representará lo que viene.
Sin ser alarmistas ni caer en radicalizar el pesimismo, es momento de no “tapar el sol con un dedo” porque en esta crisis resulta innecesario. Sino tomar decisiones a tiempo, anticipándonos a lo que los expertos en economía coinciden que podría ser un “golpe” más duro que la crisis por COVID-19.
Entonces, debemos pensar en el TMEC como una herramienta para hacer frente como región a lo que estaba generando incertidumbre en los mercados. Hasta ahí, hagamos un corte porque la incertidumbre con todo lo que estamos viviendo, no se ha apagado con lo que se prevé desde ahora: la post-crisis y las elecciones en noviembre de Estados Unidos. No caigamos entonces en el confort. Porque el riesgo de no estar preparados es muy alto.