Instalados en la fase dos de la pandemia provocada por el coronavirus, las señales gubernamentales son confusas. Un subsecretario preocupado, insistente en las medidas preventivas para que esto no se convierta en una catástrofe de tamaños monumentales, un presidente ausente, de gira o grabando videos y un gabinete imaginario, con funcionarios que no hablan o que asumen responsabilidades que no les corresponden.
La credibilidad del Subsecretario Hugo López-Gatell se da en buena medida por su eficacia para poder comunicar, sus traspiés se dan cuando deja la parte técnica y se posiciona en la escena política y demagógica, como cuando habló de la fuerza moral del presidente Andrés Manuel López Obrador. También pierde credibilidad cuando no ejerce de manera enérgica las medidas que se deben seguir, que todos debemos seguir, incluido su jefe.
El grave problema para el subsecretario es que ante una crisis como la que vive el mundo no caben las señales encontradas, no hay lugar para los chistes fáciles, las recomendaciones caseras o los escapularios para enfrentar epidemias. Un titubeo y el resultado es fatal, estamos hablando de miles de personas que pueden morir, no hay cabida para la descoordinación.
López-Gatell navega entre las decisiones técnicas, que pareciera las tiene sumamente claras y el poco entendimiento de muchos políticos, incluido el presidente o alguno de los gobernadores del partido en el poder para atender esas decisiones. Quedó claro que es la voz responsable para comunicar sobre cada paso que dé el gobierno para mitigar la crisis, no queda claro que en el propio gobierno lo entienda.
Sí hace falta que el presidente siga con claridad las recomendaciones que hace la Secretaría de Salud. Sí es necesario que el mandatario encabece parte de la comunicación y haga un llamado de unidad a los gobernadores y las fuerzas políticas. El mensaje anunciado para el siguiente domingo viene tarde.
También hace falta que el gabinete se vea coordinado y no sea el canciller quien emita una declaratoria de emergencia cuando a unos pasos está la secretaria de Gobernación para hacerlo. Sí hace falta mucha voluntad de la clase política para unificar un mensaje de unidad ante esta situación, mucho depende de López Obrador.
Nunca son buenas las señales encontradas, llevan a la confusión y al caos. En este caso no solo no nos lleva a ello, esas malas señales pueden ser catastróficas. En un país con altos problemas de obesidad, hipertensión y diabetes, el panorama ante el avance del coronavirus es terrorífico. Sin duda en el gobierno están preocupados, deben estarlo, no es para menos.