Usar bien el tiempo

Vivir en la incertidumbre es un escenario para el que no todas y todos estamos preparados y no debe haber vergüenza en ello. Cada sociedad que ha enfrentado una crisis de estas proporciones tampoco lo estaba y tuvo que adaptarse con mucho esfuerzo a nuevas condiciones de vida para prevalecer.

La diferencia en este momento es que, como en ninguna otra época, contamos con tecnología y herramientas que ni siquiera se imaginaban quienes en algún momento enfrentaron una pandemia como ésta.

No sé qué hubiera sido en 1918, en plena epidemia de la llamada “gripe española”, que hubiera medios de comunicación como los actuales o los avances médicos con los que contamos ahora, pero es probable que no ocurriera la movilización social que hoy experimentamos para quedarnos en casa y la consciencia de que podemos apoyarnos a distancia y creando redes de ayuda por medio de teléfonos y computadoras.

Sin embargo, como supongo que ya hemos comprobado, el contacto directo entre nosotros no puede ser sustituido fácilmente. Ni las llamadas con video o las reuniones virtuales logran ocupar ese espacio natural que tenemos de convivencia, porque uno de nuestros rasgos como especie en precisamente la cercanía física.

Por eso el tiempo se ha vuelto difuso, las rutinas son difíciles de seguir y los nuevos hábitos para enfrentar el aislamiento social tardan demasiado en ocasiones para arraigarse. No obstante, es momento de usar ese mismo reloj vital para comunicarnos, estar pendientes de nuestro círculo cercano y planear lo que viene en cuanto podamos regresar a ciertas actividades comunitarias.

Un plan requiere siempre de administrar con inteligencia el tiempo. Ya no nos preocupemos si no terminamos la contingencia con un nuevo idioma o con un diploma por un completar un curso universitario, usemos el tiempo para coordinarnos bien y comunicarnos mejor para lo que enfrentaremos hacia adelante, con un espíritu de colaboración como el que no hemos visto nunca.

Si no comprendemos que la solidaridad real será un factor indispensable para que nuestras vidas tengan un sentido de normalidad (nunca como la que perdimos por esta pandemia, aclaro) nuestra salud mental resentirá las consecuencias.

PUBLICIDAD

Es decir, aprovechemos esta nueva noción del tiempo, y luego del espacio público, para compartir nuestros miedos, acudir a profesionales en psicología y cuidados emocionales, y tejiendo redes con personas para ayudarnos en estos tiempos difíciles.

Así como hemos logrado adaptarnos a andar en pijama o en ropa deportiva durante horas, tenemos que aprender de nuevo a dormir y a descansar, porque el insomnio puede volverse también una epidemia. Si pudimos habituarnos a no salir a menos de que fuera indispensable, vale la pena que tengamos la disciplina para adoptar medidas sanitarias que hasta hace poco pensábamos que eran innecesarias. No más.

La buena noticia, y vaya que nos ayuda tener varias, es que somos una especie resiliente, creativa, con un bagaje de sentimientos que nos han impulsado a ser mejores en la mayoría de los aspectos de nuestra vida. Ahora solo aprovechemos el tiempo que necesitamos para superar el enorme reto que tenemos enfrente.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

Tags

Lo Último