“Todo empezó cuando mi esposo y yo presentamos tos seca y síntomas de resfriado. Luego de tres días, tuvimos temperatura al grado de dormir en el suelo para tratar de que bajara. Sin fuerzas y sin poder incluso hablar, nos tirábamos al suelo a esperar que bajara, pues ningún medicamento la disminuía”.
Este es el testimonio de la señora Cristela Alvarado, con 58 años, que vive en Atizapán de Zaragoza, Estado de México, y que es sobreviviente del Covid-19.
Cristela cree que se contagió en la recaudería que atiende junto con su esposo por la cantidad de personas que asisten y que no pudo cerrar debido a que la mercancía se echaría a perder. Aunque también considera, que pudo haber sido en la Central de Abastos, donde acuden diariamente para surtirse, y que como fue sabido, se dio un fuerte brote.
“Acudí a consulta médica en dos ocasiones al ver que las molestias empeoraban, entonces el doctor me ordenó realizarme la prueba del coronavirus. Fui a un laboratorio particular, y tras cinco días de esperar los resultados, empeoró mi salud. Tenía más dificultades para respirar, e incluso, de tan fuerte que era la tos comencé a sangrar. Mi nieta recogió mis resultados que dieron positivo, y de inmediato, me trasladé una clínica del IMSS, donde llegué sin poder respirar por mí misma.
Estuve internada semanas, fue desesperante y frustrante todo lo vivido. Diario veía como llegaban más, y más enfermos por Covid, pero lo peor, era el número de personas que morían. A mis familiares les informaron que era neumonía a pesar de contar con la prueba. Uno de los doctores que me atendió, y a quien agradezco con mi vida sus cuidados, me dijo que efectivamente se trataba de coronavirus.
Me se sentía muy mal de salud. En momentos me desconectaban del oxígeno para hacerme pruebas y ver si podía respira por sí sola, pero no mostraba mejoría. No podía ni si quiera caminar un poco porque me cansaba demasiado. Me sentía tan mal de salud y emocionalmente, por tantas muertes que veía, que les pedí de favor a los doctores me dejaran llamar a mi familia para despedirme, y muy amablemente accedieron”, narra Cristela.
Afirma que en todo momento los médicos y enfermeras le dieron una excelente atención, además de darle ánimos para que saliera adelante.
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“Después de unos días y cuando comencé a presentar mejoría me aislaron de los enfermos más graves, fue así que tras varios días de estar internada por fin me dieron de alta”, platica.
Cristela relata con lágrimas que el Covid es un suceso que jamás olvidará, pues cuando salió del hospital, una fila de doctores y enfermeros la estaban esperando para despedirla con aplausos; dice que para ellos es un logro muy grande y una motivación que las personas venzan esa enfermedad.
Ahora se encuentra aislada en su casa por recomendación médica, pues sus pulmones quedaron muy débiles. Ella sabe que en su vida hay un antes y un después del Covid.