Cuatro pilares

Empezamos a recuperar cierta movilidad, pero entramos a una angustiosa rutina en la que debemos salir bajo nuestro propio riesgo. De entrada, la ansiedad por evitar el contagio se contrapone con las filas y las aglomeraciones que se generan a diario; algunas son inexplicables, como las de los centros comerciales, y otras necesarias, ante la urgencia, por ejemplo, de regresar al trabajo vía el transporte público.

¿Quiénes seremos ahora que la vida se reestablece de extrañas maneras? ¿Los mismos, pero con cubrebocas? Es pronto para saberlo, sin embargo, los problemas anteriores al coronavirus nos siguen esperando, porque no entienden de cuarentenas y sí de calamidades.

Construir una sociedad mejor, aún en estas condiciones excepcionales, va a demandar que adoptemos nuevos principios, hábitos de comportamiento y costumbres para convivir de acuerdo a lo aspiramos como país.

Sugiero cuatro muy sencillos, pero poderosos: voluntad, compromiso, perseverancia y unidad. Es una fórmula que puede aplicarse desde la familia y hasta el último círculo social en el que participamos, requieren decisión de cambio y la idea clara de que esta crisis sanitaria, y la económica que ya está entre nosotros, pueden servir de impulso y de transformación real.

Tener voluntad es simplemente querer obtener un resultado, a partir de un plan que trazamos para vivir en mejores condiciones. Es vivir con propósito y hacer lo que sea necesario para lograr que a nuestro alrededor las cosas funcionen.

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Pero la voluntad no alcanza si no se desarrolla el compromiso que requiere alcanzar cualquier meta que vale la pena. Un compromiso es un acuerdo constante para seguir adelante, con esfuerzo y a pesar de los sacrificios, para que nuestro entorno sea uno de paz, tranquilidad y armonía.

Despertar con uno o varios compromisos es una tarea compleja, así que perseverar es el camino para poner a prueba una y otra vez el compromiso que se tiene y la voluntad que desarrollamos para cumplir con las metas que nos ponemos como personas y como sociedad.

Pero ningún conjunto de personas ha llegado muy lejos sin estar unidos, uno de los puntos flacos de mexicanas y mexicanos, más acostumbrados al individualismo y el éxito en solitario que a los logros grupales.

Igual que un edificio, estos cuatro pilares son fundamentales para edificar cualquier cosa de manera sólida y perdurable. Debemos reconocer que no somos una nación que actúa con voluntad, usualmente somos voluntariosos, lo que significa que pensamos que las reglas aplican solo a otros y no a nosotros mismos. Tendemos a ser volubles con nuestros compromisos y la perseverancia es una cualidad más de sobrevivencia que de convencimiento común sobre la importancia de superar obstáculos como parte de la vida.

Tampoco es culpa de nuestra genética, sino de una larga historia de inestabilidad social, política y económica, que nos acostumbró a vivir al día, en condiciones irregulares, en la anormalidad que se nos hizo un modo de existir.

Porque, lo normal -como lo pueden atestiguar los 38 millones de paisanos en Estados Unidos- es convivir bajo reglas claras, obtener una recompensa por el esfuerzo, insistir en superarse para estar mejor y establecer lazos de colaboración difíciles de romper.

Estos cuatro pilares son un inicio para crear un entorno distinto, el mismo que reclamamos muchas veces de forma superficial y no estamos dispuestos a cambiar, en donde las oportunidades estén abiertas para todas y todos, las normas se respeten por convencimiento y el sentido de la comunidad esté orientado siempre a estar cada vez mejor.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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