Hace poco más de 10 días, Oaxaca se convirtió en la primera entidad del país en prohibir la promoción, venta, regalo y suministro de bebidas azucaradas y alimentos envasados de alto contenido calórico a niñas, niños y adolescentes,
La política de prohibición es una salida fácil ante el enorme problema de obesidad infantil que existe en México, y que lejos de resolverlo, puede propiciar la venta ilegal de estos productos sin ponerle fin.
Antes de buscar medidas privativas se debe mostrar que se entienden todas las aristas del problema de una mala nutrición y desde lo público brindar alternativas que le funcionen a las personas.
Se debe entender el problema desde la óptica de cómo se alimenta el mexicano, cómo construye sus hábitos, y cómo cuida su salud. Esta prohibición no significará la solución ya que los alimentos de alto contenido calórico no envasados como lo son los tacos, gorditas, flautas, quesadillas y entre otros, seguirán al alcance de las niñas, niños y adolescentes siendo estos los que también contribuyen a la mala nutrición.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), señala que una niña y un niño mexicano tienen un 37% de probabilidad de tener sobrepeso, y un 31% de vivir con obesidad.
La reforma aprobada por el Congreso de Oaxaca, y que ahora quieren impulsar en Tabasco, debió ir más allá de solo prohibir la llamada “comida chatarra”, debió ir acompañada de un programa de nutrición elaborado junto con los padres de familia, docentes, y autoridades sanitarias, a fin de atacar el problema desde todos los ámbitos.
En entidades como en Colima, Tabasco, Coahuila, Michoacán, Morelos y Sinaloa presentaron iniciativas en sus Congresos Locales una iniciativa en el mismo sentido que la propuesta en Oaxaca.
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El Congreso de Veracruz, siendo el caso atípico está analizando presentar una iniciativa similar solo que previamente están convocando a un diálogo entre legisladores, sociedad civil, madres y padres de familia, para deliberar el mejor camino para está propuesta.
El doctor y profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM, Raymundo Pérez Sierra, sostiene en su ponencia ´Sobrepeso y Obesidad en el Niño y el Adolescente’, que los hijos de madres o padres solteros, parejas divorciadas, alcohólicos o adictos, muestran con mayor frecuencia: sobrepeso, obesidad, desnutrición o bulimia.
“Del 20 al 40% de los adolescentes con obesidad severa (grado III o mórbida) son comedores compulsivos. Ellos muestran preocupación por su figura y su peso; así como, síntomas de depresión y baja autoestima cuando se comparan con obesos no compulsivos. La autoestima en los niños obesos varía con la edad y el sexo, mientras que en las niñas hay más riesgo de problemas de autoestima”, resalta el especialista.
La epidemia de obesidad y sobrepeso infantil es real y cada vez más perjudicial, por ello debe atenderse como una problemática de salud, es urgente la adopción de políticas públicas que apoyen con una mejor educación alimenticia a padres de familia y docentes, se incentive la actividad física, y se proporcione información de fácil acceso.
La prohibición no solamente no logrará disminuir los índices de obesidad sino abrirá la puerta a problemas de otra índole. Un problema multifactorial no puede resolverse con una solución simplista.