Opinión

Un presidente resentido

Foto: Cuartoscuro

Cuando Andrés Manuel López Obrador logró lo que había anhelado por prácticamente 20 años, cualquiera hubiera pensado que dedicaría su tiempo a construir y unificar a un país que durante ese tiempo se polarizó, nada de eso. El presidente hoy sigue dividiendo y el rencor que lleva no le permite gobernar para todos.

López Obrador se equivoca si piensa que sus pleitos son personales, tanto con el expresidente Felipe Calderón, con Carlos Loret, el periódico Reforma, con Brozo, etc. Porque, por un lado, les dedica un tiempo absolutamente innecesario en atacarlos o hablar del pasado, de lo que fue y de lo que no fue.

Por otro, no contempla que hay un número importante de gente que no ve en él a un unificador y piensa en las distintas alternativas como opción. El mandatario ya decidió que los únicos que importan son sus clientes electorales.

La disyuntiva que propone es clara, están conmigo o están en mi contra, son demócratas o conservadores, así de simple. El problema para el presidente es que, en la canasta de lo que llama conservadores, ya hay demasiados ciudadanos que no solo no son conservadores, sino tenían cierta simpatía por él y pensaban que el presidente sería lo que prometía ser. Cada día se equivoca más en utilizar ese adjetivo para denostar.

Lejos de las promesas de campaña, hoy vemos a un presidente que miente, que ataca, que oculta, que acuerda en lo oscurito y que defiende a los corruptos que son de Morena, solo por ser de Morena. López Obrador no gobierna para todos, sino para unos cuantos. El mandatario divide y siembra el odio entre unos y otros, no se comporta como un jefe de Estado, sino como un político más, uno resentido, que pareciera no ganó la presidencia de la República.

El enojo que tiene el mandatario puede más que las intenciones que tenga para gobernar. Cada día pierde la gran oportunidad de ser el líder que pudiera ser. Sus aplaudidores y cercanos no le ayudan más que en acrecentar esa idea que él mismo tiene de él, en la que el centro es él y nadie importa más que su persona. El presidencialismo está más presente que nunca, aquel del hombre que no se equivoca y que es incuestionable, aquel en el que las masas le aplauden sin pensar, porque es un ser que está por encima de todos.

El resentimiento del presidente no se irá en el futuro. Con los años ha demostrado que no supera a sus adversarios y disfruta ver que caigan, justa o injustamente. Y sí hay ciudadanos que no piensen como él, no importa, porque lo que importa es él.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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