El presidente Andrés Manuel López Obrador encontró en el avión presidencial uno de sus temas predilectos, una fuga sobre los temas relevantes del país. Para López Obrador resultó más lucrativo hablar de la venta de un avión que de los pendientes de la nación. El problema en sí no es el avión, ni su compra hace dos sexenios, ni su utilización durante el sexenio anterior.
Muchos gobiernos en el mundo cuentan con aeronaves oficiales como el TP01 (Transporte presidencial 01), aquí el asunto del avión presidencial es que fue utilizado como propaganda política. ¿Podemos pensar que era innecesario comprar un avión presidencial para nuestro país? Es posible. Sin embargo, eso no debería impedir el ver que López Obrador manipula la realidad para recibir beneficio electoral.
La desinformación, la ignorancia, el fanatismo son enemigos de la razón. Es más que desafortunado ver a gente hacerle juego al presidente en este tema. Parece simplemente una revancha interna hacia lo que representa el pasado, una manera de recalcar la derrota de la oposición sin un argumento sensato, una pequeña victoria interna en medio de la derrota como país.
El contexto de la rifa de un avión, sin un avión de premio nos muestra en sí lo inverosímil de la historia. Ese contexto en donde muchos fueron a comprar un boleto, incluso simplemente como recuerdo, nos hace recordar lo atrasados que estamos en la comprensión de los grandes pendientes de México y sus gobernantes. Un cheque en blanco para un político por sentir aprecio es una pésima idea, es muy lamentable.
Es desalentador ver la falta de crítica de un sector de la población hacia las malas decisiones de un gobierno, pero es más desalentador ver que ya es un tema personal entre mexicanos. La razón se nubló para muchos y ahora parece más un juego entre los que apoyan sin reflexión, solo para ver perder a quienes consideran sus enemigos, los enemigos del presidente.
El avión no representa sólo el pasado y a la oposición como nos quiere hacer creer López Obrador. Lejos de eso, el avión presidencial representa también el presente, el de los falsos líderes, el de los cachitos de la lotería como una vaga esperanza de lo que necesita un ciudadano de a pie y que no ha llegado con este gobierno.
El triste avión presidencial también nos recuerda que debemos trabajar mucho en nuestro ideal como país, en la capacidad de nuestros próximos gobernantes y en su manera de hacer política. El evento de la rifa tiene muchas lecturas, pensar en que la más importante es la de terminar con el lujo de una clase política que tuvo muchos excesos, sería muy limitado.
La fotografía completa de la rifa es mucho más grande que un acto en sí, pues retrata un pasado oneroso, pero también un presente falsamente austero e ignorante. No merecemos ninguna de las dos opciones, ojalá podamos reflexionar sobre ello y no sólo actuar ante el reflejo de las ocurrencias, por muy simpáticas que parezcan, no dejan de ser ocurrencias.