Para leer con “Tiempo”, de Pau Donés
La función evolutiva del ser se mide encontrando nuevas formas y mejores atajos para atender a tiempo las juntas por Zoom y hablar sin que te encuentres en el desafortunado estado de Mute.
Pero pocas veces el vínculo de atención con el mundo es medido sobre la capacidad que uno cuenta para influir sobre su futuro. Esto es, reconocer que lo que haces, dices y piensas tendrá consecuencias. Guste o no.
Somos repetitivos al grado de poder delatar la vida con observar uno de tus días, el que sea. Las zonas de confort son ahora bálsamos y con dificultad surgen nuevos rituales cotidianos.
Basta observar con otros ojos – frescos y que no tengan que adivinar que el futuro también es un punto de vista- uno solo de esos días y presenciar que eres tú quien opera como causa de tus propios acertijos. De ahí que el futuro pueda ser entendido como un concepto que está siendo modelado en este momento. Sin siquiera sospecharlo.
Cada posición tiene su repercusión. Si la deseas asumir en piloto automático y de manera inconsciente podrás asegurar que así vendrá el futuro. Por eso, ni reclames al cielo: “¿Por qué a mí?, ¿Por qué yo?”.
Si no sabemos tener presente, por lo menos podríamos buscar que las actividades generen consecuencias que determinen calidad mediata. De otra forma, el estado en el que nos encontramos ciclados podría ser descrito como el juego en el que se nombra la colección de frivolidades que tenemos por vida.
PUBLICIDAD
¿Cuánto tiempo dedicas a lo que crees importante? ¿Y cuánto tiempo empleas en investigar si efectivamente es importante? El tiempo es un recurso que diseñamos para medir el transcurso de esto que aún sigue siendo un misterio. Y ese tiempo es el recurso más relevante sobre la mano. ¿En qué lo estás empleando?
¿Cuánto tiempo dedicas a cultivar el instrumento con el cual interpretas tu noción de éxito, a reparar tus inseguridades o a medir el sentido de belleza? No hay futuro más brillante que esa coordenada, porque eso es lo que determina la calidad de tu experiencia. Incluso, la del futuro que, por no ver, parece no importar.
No vemos las cosas como son, sino como somos. Con eso tendría alguien para hacerse responsable de su propio estado y por ello comprender que no solo puede predecir su futuro. Puede fabricarlo. Aunque siga en Mute luego haber verbalizado todo este texto en una llamada.