Morir en 2020

Foto: Nacho Ruiz | Cuartoscuro

Si pensamos que esta situación ya es demasiado, comparto algunos datos interesantes que el INEGI hizo públicos, hace apenas unas horas, sobre la mortalidad en el país en 2019.

De acuerdo con el organismo, el año pasado, 156,041 mexicanas y mexicanos fallecieron por enfermedades del corazón; otros 104,354 murieron por complicaciones derivadas de diabetes mellitus; por tumores malignos: 88, 680; debido a enfermedades del hígado, 40,578; y (está leyendo bien) 36, 661 por homicidios, la quinta causa de la lista.

Con ese cuadro, no podíamos esperar menos que una emergencia en cuanto llegara este nuevo tipo de coronavirus que precisamente se ensaña con las personas que tienen condiciones de salud preexistentes como las descritas. No sé si podría habernos ido peor, pero con este escenario tan grave nos basta y nos sobra en estos momentos.

Ahora bien, según el índice World Life Expectancy (WLE), que toma cifras parciales todavía, y el último registro de las autoridades de salud federales, la Covid-19 ha cobrado la vida de más de 90 mil personas, lo que la ubica temporalmente como la primera causa de mortalidad en México.

Si le sumamos el indicador de exceso de mortalidad, podemos tener una dimensión de lo que representa el SARCOV-2 como crisis sanitaria entre nuestra población.

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Para el WLE, hasta el momento de su medición, las enfermedades del corazón llevaban 83,594 de los fallecimientos en el país; la diabetes mellitus 82,155; los tumores malignos 29,130; las enfermedades renales 23,172; y los homicidios 17,743.

Es decir, la pandemia podría concluir como la principal causa de muerte en México en 2020, lo que debería darnos el elemento clave para iniciar con una puesta masiva de cubrebocas y una suspensión voluntaria, impulsada desde la sociedad, de reuniones y festejos, de inmediato.

Las últimas noticias reflejan que no nos estamos comportando de esa manera y poco a poco estamos bajando la guardia. Terrible error. Si seguimos por esa ruta no dejaremos otra opción a las autoridades que un nuevo confinamiento, uno que será de pronóstico reservado para la economía y para nuestro futuro inmediato.

¿Por qué nos cuesta tanto trabajo entenderlo? Tal vez porque estas cifras de muertes no significaban mucho cuando estábamos en la “vieja normalidad” y empiezan a perder sentido rápidamente en esta “nueva realidad”, que no volverá a ser normal en mucho tiempo.

Sin embargo, eso es tanto como esperar a que el virus toque a nuestra puerta y nos demuestre qué tan fuerte es llevándose a alguien que queremos o a nosotros mismos. Esperar a que eso ocurra es pedir una tragedia.

Adelanto que ya he recibido muchos comentarios sobre mi desarrollado sentido de exageración y mi tendencia al pesimismo absoluto; sin embargo, nadie hasta el momento me ha podido ayudar con alternativas o ideas que permitan desmontar una realidad concreta: este virus ya mató a más de 90 mil personas y todavía no termina este año.

Si sumamos el exceso de mortalidad, hablamos de un cuarto de millón de mexicanos, aproximadamente, más aquellos que perecen por las causas que mencioné al principio.

Son números escalofriantes, detrás de los cuales están vidas, afectos, relaciones, proveedores de familias completas, patrimonios perdidos en aras de salvar a un ser querido. No estamos haciendo lo suficiente y la realidad nos está poniendo todas las alarmas. El problema es que no queremos escucharlas.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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