La elección de la semana pasada en Estados Unidos nos deja mucha información. Más allá del resultado en el que los demócratas regresarán a la Casa Blanca de la mano de su candidato Joe Biden, lo cierto es que la elección norteamericana fue polarizada y con muchas verdades a medias de uno de sus candidatos, Donald Trump.
Donald Trump se ha comportado como un presidente mentiroso, diciendo verdades a medias, ocultando información y con una comunicación basada en el insulto. Como candidato republicano no hubo ninguna diferencia, de hecho, su comunicación fue aún más escandalosa y tendenciosa.
Ha manifestado que hubo fraude electoral, sin presentar un solo dato que lo sustente y, en ese sentido, los medios de comunicación incluso tuvieron que cortar uno de sus mensajes por considerar que faltaba a la verdad. Así pues, el aún presidente de la nación más importante del mundo, por lo que representa, queda como un mentiroso.
A pesar de que tanto seguidores como detractores de Trump saben que miente de manera descarada y constante, el todavía presidente de los Estados Unidos obtuvo más de 65 millones de votos. Esto a pesar de su discurso escandaloso, falso y ofensivo. Es decir, que sus seguidores están dispuestos a apoyarlo a pesar de que saben miente.
El voto duro de Trump es digno del análisis y, en buena medida, parecido a lo que sucede en nuestro país. Hoy, sabemos que no vamos mejor que en otros gobiernos, que nuestro presidente también miente y que sus mensajes están plagados de verdades a medias, a pesar de eso, sus seguidores lo van a apoyar a cualquier costo.
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Pareciera que el electorado o parte de él no va a cuestionar lo que diga su candidato predilecto, para muchos es peor apoyar a otro que ver los errores del político favorito. En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador puede estar tranquilo pues su voto duro sigue ahí, aunque su gobierno sea sumamente cuestionado, ellos siguen ahí.
El futuro de la política y de las siguientes elecciones no debería estar basado en la mentira ni en las promesas incumplibles. El electorado debe de hacer una pausa y pensar en lo que es mejor y posible, no en lo que suene bien e inalcanzable. El voto duro de Trump existe, también el de López Obrador, es innegable, pero habría que pensar cuánto de ese voto está basado en la mentira.