Definitivamente se debe de replantear y cuando encontramos alternativas o acciones que son exitosas, no deben abandonarse.
En determinados momentos, cuando el semáforo se encuentra en rojo, se extreman medidas de protección y de bioseguridad como el uso de cubrebocas obligatorio en algunas entidades del país, la sana distancia, la suspensión de eventos masivos, la reducción del aforo en espacios cerrados o públicos, se suspenden actividades no esenciales como las deportivas o culturales y únicamente se llevan a cabo actividades productivas de carácter esencial pero, en cuanto va disminuyendo el número de contagios y muertes, quitamos algunas medidas, regresamos a realizar las actividades que estaban restringidas y ello causa que nuevamente, se incremente el número de personas afectadas por el COVID-19.
Si estamos endureciendo las medidas de protección como las antes mencionadas y luego, las relajamos, no vamos a lograr una tendencia constante de disminución, sino que serán únicamente tendencias de descenso temporales.
Si bien es cierto que las autoridades federales y estatales han realizado esfuerzos para difundir el semáforo epidemiológico, aún hay confusión y desconocimiento de la población sobre su funcionamiento, lo que complica más el control de la pandemia.
Es difícil para una sociedad acostumbrada a socializar, resguardarse y mantener protocolos de sanidad por largas temporadas, es entendible, pero es necesario, particularmente el próximo trimestre de temporada invernal, es fundamental que entendamos que la sana distancia nos acompañará hasta el final de la pandemia.