Morir con un cuerpo muy viejo o con un cuerpo muy joven parece marcar una diferencia enorme en la experiencia de vida, pero en realidad, en la magia de la configuración de la verdad, ambas experiencias son una vida completa, entera. Es decir que nada se ha perdido, jamás. Desde atrás de la cortina humana esto parece ser una crueldad de quien crea todo, pero eso es sólo una proyección de la mente dual en la vivencia material.
Lo que quiero decir es que cuando he muerto humanamente, en ambos escenarios, al salir de la película de la vida simplemente sé que viví el tiempo necesario en esa encarnación para cumplir o aprender, o experienciar algo específico. Es difícil de entender desde las ideas de la mente polarizada, pero desde otras dimensiones, así es.
Una conciencia recorre un viaje eterno y en ocasiones es mejor dejar la obra en cierto estado que alargarla sin sentido. Y se renace en un lienzo blanco. Se comienza de nuevo, pero con todo el aprendizaje de la comprensión de lo vivido en la experiencia terrestre pasada, es decir que no se empieza de cero, siempre hay ganancia.
Continuamente es el tema más doloroso de los seres humanos y, en situaciones como la que se vive actualmente, más. Sin embargo, es sólo cuestión de quién da un paso antes, y quién tardará un poquito más. Pero no hay nada oscuro, cruel, despiadado o frío en ello; sencillamente son cambios de sets, como cambiar la escenografía de un programa de TV.
Y lo curioso es que, cuando somos humanos, afrontarlo sin desviar la mirada nos ayuda a valorar el estar vivos, y empuja lo más sabio y certero de nosotros para que comande nuestros pasos. El ver de cerca que de pronto podemos perderlo todo, necesariamente nos pide conciencia para apreciar tener tan sólo un poco de ese todo.
Recuerdo en la memoria celular que en las vidas en donde me he sentido viejo o vieja, con un cuerpo cansado, podía revitalizarme al reconocer que aún me faltaban cosas por completar, emociones por conocer, y que tenía esa oportunidad a diferencia de gente muy joven que terminó su tarea mucho antes, así que incluso me pregunté si podía adelantar materias, por así decirlo, y la respuesta de la vida siempre ha sido: ¡Sí, claro que puedes!
Porque la conciencia puede cambiarlo todo, y todo es mente, como dicta la ley del mentalismo y como funcionan las leyes del Universo. Pero, ¿cuál es la manera de lograrlo? Yo, como Hédro, sin forma física, hice la pregunta antes de regresar de nuevo a un cuerpo humano; y la respuesta directa y nítida fue: perdona.
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Aprende a perdonar, o, mejor dicho, a comprender de qué se trata toda la experiencia; aprende a saber que no se trata de si durará unos meses, unos cuantos años, o varias décadas, porque eso sólo es un “cómo”, o la envoltura del contenido que realmente importa; aprende a perdonar que sea un tiempo breve o que sea demasiado largo.
Aprende a perdonar que no todas las historias de amor se realizan en una vida, o que te traicione quien más amas; aprende a perdonar a quienes se burlaron de ti cuando te hizo falta un ojo, o a quien te llevó a la quiebra; aprende a perdonar porque con la comprensión, tu Ser como conciencia logra dar el paso de una zona cómoda a una zona de expansión sin igual.
No te pongas triste si crees que regresas muy rápido a la banca de las estrellas, o si te quedas, no sufras por quien se ha adelantado, pues recuerda que, terminando aquí, todos comenzamos de nuevo “allá”.