El verdadero rostro de la 4T

Una desesperación rapaz se apodera con gran rapidez de la Cuarta Transformación retirando las livianas aguas del engaño de las playas de la democracia mexicana para revelar sus verdaderas intenciones. A los legisladores de Morena no les interesa la salud de nuestros hijos, ni la de nosotros y mucho menos las inversiones o los empleos para las y los mexicanos.

Lo dejaron en claro esta semana y se desenmascararon completamente en el Senado de la República donde mayoritearon la nueva Reforma Energética con 68 votos a favor y 58 en contra, a pesar de las advertencias dirigidas por Acción Nacional y otras fuerzas de oposición. Así sin más, se sepultaron los compromisos internacionales y la modernidad con energía a bajos precios y renovable.

Se decidió retroceder el tiempo para una industria a la que le urge renovarse, pues Petróleos Mexicanos (Pemex) se arrastra sobre las arenas con pérdidas de alrededor 480 mil millones de pesos en 2020, mientras que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) se desangra con mermas por arriba de los 78 mil millones.

Como lo mencionamos en este espacio la semana pasada, la nueva Ley de la Industria Eléctrica (LIE) desarticulará futuras inversiones, dejando en la banqueta los compromisos adquiridos en el Tratado México- Estados Unidos- Canadá (T-MEC), rompiendo con siete de los acuerdos de Desarrollo Sostenible firmados con la ONU y quebrantando el acuerdo de París en materia de cambio climático.

Y con esta deformidad que la 4T piensa imponer para México en los próximos años viene el crecimiento de la producción de combustóleo, ya que dentro del proceso de refinación de un barril de crudo el 30 por ciento se transforma en este residuo altamente contaminante que ya no se vende en el mundo porque el camino se dirige a un futuro verde.

Este es el insumo que el gobierno federal busca colocar como solución eléctrica. Un derivado del petróleo que siembra muerte donde se utiliza para la generación energética y lo podemos ver en la central termoeléctrica de Tula, Hidalgo de la CFE, donde su utilización cuesta aproximadamente mil 700 vidas anualmente.

Y como no, si esa central expulsa alrededor de 3.9% de azufre al aire que respiran las poblaciones aledañas; es decir, casi el doble del permitido por la Comisión Reguladora de Energía (CRE) que es de apenas 2%. A este caso, le podemos sumar los efectos del complejo de Salamanca, donde hace unas semanas se declaró contingencia ambiental por el incremento de partículas de azufre en el ambiente.

Además de lo anterior, la generación verde es cinco veces más barata que la de los complejos de la CFE. La prohibición de las energías verdes costará caro y serán los consumidores mexicanos quienes terminarán pagando el sobreprecio que se verá reflejado en un incremento del 26% para las empresas, lo cual será financiado con nuestros impuestos.

Así lo señaló el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Carlos Salazar Lomelín, quien indicó que el equivalente del costo sería de 60 mil millones de pesos anuales, los cuales tendrán que ser subsidiados por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

La nueva terrible Reforma Energética seguirá su paso en semanas venideras y será en los juzgados donde se resolverá, dado que aunque ya se ha aprobado en el Congreso de la Unión aún quedan aclaraciones y alegatos que resolver por parte de las compañías afectadas, casos que deberán ser atendidos en los juzgados por la inconstitucionalidad que representa.

En esta administración, el aparato estatal ha optado por una visión estatista con pesados, lentos e ineficientes sistemas que descuidan las principales responsabilidades del estado: brindar seguridad, servicios de salud y condiciones económicas adecuadas. Están ciegos de las necesidades de la población.

Por eso la gira que ha emprendido Ricardo Anaya a lo largo del país cada vez toma mayor importancia, pues, como podemos ver, se sumerge en la realidad de una sociedad abandonada por la 4T. Los errores de hoy, costarán décadas. Es momento de escuchar y actuar por México.