Las raíces de las desigualdades que vivimos las mujeres en México son muchas. Empezando por las oportunidades de educación y laborales a las que todavía en este siglo no tenemos acceso en todos los rincones del país. Una de estas divergencias es la brecha salarial de género, la cual refleja la distancia existente entre mujeres y hombres respecto a las oportunidades de acceso a y control de recursos políticos, económicos, sociales, culturales, entre otros.
Específicamente, la brecha salarial de género es la diferencia entre el salario de hombres y mujeres, basado en la diferencia promedio en los ingresos brutos por hora. La brecha salarial de género impacta en que las mujeres ganan menos a lo largo de sus vidas, lo cual se traduce en menores pensiones y un mayor riesgo de pobreza en la vejez.
Otro factor importante es el trabajo no remunerado: el trabajo en el hogar. De acuerdo con Blau y Kahn (2007), las mujeres continúan enfrentando la discriminación en el mercado laboral. Además, al menos parte de la brecha salarial restante está seguramente vinculada a la división de género en el trabajo en el hogar. Las mujeres aún conservan la responsabilidad principal de las tareas domésticas y el cuidado de los(as) hijos(as), lo cual irremediablemente repercute en que se perpetúe la brecha salarial entre hombres y mujeres.
De acuerdo con el último reporte del World Economic Forum de 2018, la brecha de género tardará aproximadamente 108 años en cerrarse, en general, y en el rubro económico (donde se encuentra lo relativo a los salarios), tardará 202 años en cerrarse.
Si hay una emergencia económica que atender en todo el mundo y en el país que tiene que ver con ser incluidas en el desarrollo económico, es cerrar esa brecha de desigualdad salarial. En el marco del Día Internacional de la Mujer, tenemos que hacer especial énfasis en que esto pueda tener soluciones legislativas, de políticas públicas, pero también desde el ámbito privado.
Esta próxima semana el Senado de México podría hacer historia. Un combo de iniciativas de senadoras de todos los grupos parlamentarios –que ya aprobamos por unanimidad en Comisiones– podrían ser votadas en el pleno para cerrar esas brechas que afectan la economía del país sostenida en la fuerza laboral de las mujeres. Con ello romperemos el pacto patriarcal que hace que los hombres hoy ganen más que las mujeres.