Intercambio hacia delante

Foto: Mireya Novo | Cuartoscuro

Intercambiar experiencias, ideas, reflexiones, sentimientos, frustraciones, expectativas, añoranzas, pérdidas y lecciones, es una fórmula que podría ayudarnos mucho a fortalecer nuestra salud mental y a ejercitar esos mecanismos que necesitamos para mantener un equilibrio emocional después de un año de confinamiento, de restricciones de movilidad y de adaptación a una nueva realidad que se aproxima.

Compartir es uno de los actos humanos que nos definen como especie y nos distinguen en el planeta, es cierto que otras criaturas lo hacen, pero nosotros tenemos el distintivo de llevarlo a cabo más allá de dar y recibir alimentos u objetos, también lo hacemos para entrar en un ir y venir de elementos que nos aporten en lo interior, es decir, en nuestra psicología.

Es una forma de enriquecernos emocionalmente a través de otros y de sumar conceptos, sensaciones, ejemplos, de personas con las que deseamos compartir o coincidimos en ese ejercicio. A distancia, precisamente esa convivencia ha sido uno de los aspectos más difíciles de esta pandemia. Acostumbrarnos a perder cercanía es todavía un proceso complejo y regresar a estar cerca lo será para muchos de nosotros.

Sin embargo, aun de forma virtual, recibir y dar muchas de esas palabras, gestos y muestras de cariño, son un aspecto indispensable para continuar y conducir una salud mental adecuada. Tendremos que seguir preocupados de aquí en adelante por nuestro estado físico, pero el mental y emocional ahora ya sabemos lo que representa.

Día a día tendremos que desarrollar con disciplina formas para nutrirnos por dentro y por fuera. Será clave para enfrentar obstáculos y empezar el camino de la recuperación familiar y personal dentro de una nueva realidad que se parecerá muy poco al pasado.

Si sabemos aprovechar ese cambio radical al que hemos estado expuestos, entonces vendrán nuevas maneras en las que podremos conducirnos; no hacerlo, nos provocarán una incertidumbre ante la imposibilidad de adaptarnos a los aspectos de esa nueva vida en comunidad.

De ahí que nuestra salud emocional sea fundamental. Cambiar hábitos externos, al mismo tiempo que los internos, ayudará a que el proceso de acoplamiento de nuestras emociones, de nuestras relaciones y de todo aquello que nos conecta con otras personas sea más sólido.

PUBLICIDAD

El mundo, después de esta contingencia mundial, será un sitio que cambiará por naciones y por regiones, con diferentes características luego de la pandemia. Es más, nuestro propio vecindario será distinto y debemos prepararnos para ello en lo mental.

Ya vimos que la relación con las y los jóvenes, los niños, las y los adultos mayores, se modificó ante estas circunstancias y, aunque hay elementos de esperanza para anticipar una nueva relación con muchos de ellos, vienen meses complicados con la reactivación de muchas de las actividades que llevan un año y meses restringidas, y que, confío, en un tiempo más se retomarán de manera controlada, segura, y por ello, distinta.

No es nuevo que compartamos en momentos de emergencia o simplemente como una forma de sobrevivir. Lo hicimos hace miles de años alrededor de fogatas y lo tendremos que hacer de nuevo alrededor de la mesa de nuestro hogar o de la de algún familiar. Es el solo acto de sentarnos a evaluar nuestra situación, juntos, lo que permite que en lo emocional y en lo psicológico se generen mecanismos de protección, de ayuda mutua, y de empatía hacia otros y hacia nosotros mismos. Es un asunto de salud y en uno también de salud colectiva que podemos poner en práctica desde este momento.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

Tags

Lo Último