Opinión

Día del niño

Desde 1924, siendo Ministro de Educación Pública el gran educador José Vasconcelos, cada 30 de abril se celebra en México el Día del Niño. Algunas de las mentes brillantes de esos tiempos consideraron que era muy importante reconocer que las y los niños tenían derecho a vivir una infancia sana y lo más feliz posible.

Incluso muchos años antes que la declaración de la ONU, pues, aunque usted no lo crea, estos pensadores estudiaban muy a profundidad las nociones metafísicas y espirituales que, en tanto que ahora suenan como algo muy novedoso o fórmulas que reinventan el hilo negro, en realidad son tan antiguas como la historia misma del ser humano.

Estas mentes sabían que es en la niñez la etapa en donde se encuentran las claves para una mejor humanidad, pues los infantes del tiempo presente, serán los grandes evolucionarios o no, del futuro. Hay teorías que afirman que los primeros siete años son el bloque de software, por así llamarlo, que seguirá ejecutándose el resto de la vida; es decir que, literalmente, ¡todo lo que proyectaremos como adultos se graba en esos siete años! Así de importante y poderosa es la infancia.

Celebrar con conciencia el Día del Niño y la Niña, es sumamente importante para la realidad que vivimos actualmente, pues, si bien es cierto que la tecnología nos ha facilitado enormemente la comunicación, también nos ha enfrentado al reto de saberla usar sin que esta remplace lo básico de la comunión con otros seres humanos, y principalmente con los niños, pues estas generaciones ya nacieron con estas tecnologías, y lo que requieren no es más sobresaturación tecnológica, sino mucha mayor calidad y calidez afectiva de quienes les rodean.

La mejor forma de celebrar y de honrar a la niñez, es otorgándoles más atención completa, más paciencia, más ganas genuinas de estar con ellos y ellas, y estar presentes para guiarles y enseñarles, no sólo con la instrucción formal, sino con la educación que se queda grabada como un sello indeleble: aquella que les es transmitida en su hogar, en su casa, con el ejemplo de los adultos que están con ellas y ellos. Un niño o niña que crece con el amor, la atención, la corrección y la guía necesarios, rarísimamente podrá ser un adulto que pierda el rumbo de sí mismo con tanta facilidad.

Por eso, este 30 de abril le invito a que hagamos una reflexión acerca de qué tipo de ambientes y ejemplos estamos ofreciéndole a la infancia de hoy, pues ahí estarán muchas claves para predecir un poco el mañana que nos espera. Si usted tiene niños qué conducir, dedíqueles tiempo de calidad: lea un libro con ellos, hagan juegos de mesa, brinquen la cuerda, cocinen juntos, jueguen con masa o plastilina, caminen en la tierra, pinten un cuadro.

Hagan algo divertido que no implique la tecnología, enséñeles a comunicar sus sentimientos: expréseles sin miedo cómo se puede decir te amo, te extraño, te admiro, te necesito, perdóname, gracias, eres grande; enséñeles cómo apreciar las cosas buenas de la vida, y a valorar lo que realmente vale la pena; enséñeles el camino para ser felices.

Feliz sea nuestra infancia de hoy.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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