Opinión

Nuestra Tierra aluna

Foto: Pixabay

La Tierra, el glorioso planeta azul que hace posible la magia de vivir la experiencia material de la tercera dimensión, es un Ser profundamente vivo. La Tierra nos permite la evolución de la conciencia como espíritus encarnados. El maestro Drunvalo Melchizedek, desde hace más de tres décadas, describió la vida de Gaia, o Aluna, que es el nombre espiritual de la Madre Tierra, como la de cualquier otro ser viviente que también se encuentra en un proceso evolutivo.

Conectarse con el corazón de la Tierra ayuda a que nuestras vidas se sincronicen con nuestra mejor posibilidad, pues ella sabe en qué lugar de su superficie es que nuestro camino se desarrollará mejor. La vida en la Tierra, más allá de lo que vemos superficialmente, es sumamente activa y diversa. Los metafísicos afirman que existe un reino llamado el Reino de los Elementales, que construyen y mantienen el plano físico como lo conocemos, por medio de las familias de elementos: tierra, agua, aire y fuego.

No sólo en las enseñanzas metafísicas, sino en prácticamente todas las escuelas de conocimientos espirituales de todos los tiempos, se les ha dado un espacio sagrado a estos elementos, pues toda forma de vida en este plano está construida por ellos.

Los elementales se mueven con el pensamiento, sentimiento y acciones de cada uno de nosotros, y responden a nuestra conducta armoniosa o desarmoniosa. Aunque permanezcan invisibles a nuestra percepción, los seres del reino elemental sostienen la envoltura del cuerpo físico, mental y emocional y, por lo tanto, únicamente son un espejo de lo que los seres humanos hacemos con nuestro libre albedrío.

Los Gnomos habitan en la tierra, las Hadas en el aire, las Ondinas en el agua, las Salamandras en el fuego, y son descritos en muchísimos pasajes de la literatura pues, a lo largo de la historia, mucha gente ha sido capaz de verles.

Es muy importante tener en cuenta que estos seres tienen Dioses rectores que son quienes pueden darles órdenes y dirigirlos cuando se presentan situaciones de caos o emergencia, como terremotos, ciclones o incendios, así que cuando se trate de un desequilibrio con el agua, es posible pedir ayuda misericordiosa a Neptuno o Lunara; cuando haya un descontrol con el fuego, a Helios y Vesta; a Thor y Aries para el equilibrio del aire; y a Pelleur y Virgo cuando se trate del caos con el elemento tierra.

Aunque no estemos acostumbrados a pensar en el mundo invisible y nos cueste trabajo creerlo, muchos de los desajustes que se presentan en Aluna o la Tierra, son ocasionados por las enormes disarmonías que hemos generado los seres humanos: al contaminar, al no buscar un estilo de vida sustentable, al lastimar a los reinos de la naturaleza, al pensar, hablar y sentir de formas sumamente negativas y nocivas.

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Y también los desequilibrios personales, al transgredir a los elementos de cualquier forma: al maldecir, al actuar desde nuestro ser más visceral ignorando a la Divinidad en nuestro interior, al jugar con los elementos con total ignorancia, y al dar por segura la vida sin agradecer lo que nos es dado. Le invito a probar uno de sus días bendiciendo al aire, al agua, a los alimentos de la tierra, y al fuego con el que cocina.

No se pierde absolutamente nada, y se puede ganar mucho si elevamos un poco la actitud con la que abordamos la vida del día a día, y bendecimos todo cuanto nos nutre, nos contiene y nos mantiene con vida. Gracias Aluna.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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