La orden de aprehensión girada en contra del Gobernador de Tamaulipas toma lugar a escazas semanas de la que se prevé sea una de las elecciones mas importantes en la historia moderna de nuestro país, en donde el pronóstico es reservado para el control de la Cámara de Diputados y para las gubernaturas que están en juego.
La historia nos ha enseñado que eventos relevantes favorables al partido en el poder suceden en tiempos electorales, ya sean venganzas políticas, capturas de delincuentes de alta peligrosidad y en contadas ocasiones, actos públicos para celebrar la conclusión de algún proyecto que sea de alto beneficio para los electores.
Los actores políticos se han enfrascado en un debate jurídico sobre la existencia o no del fuero del Gobernador Cabeza de Vaca, ya que no se tiene claro si goza o no de la inmunidad que su posición le otorga. Se han involucrado el presidente, ministros, académicos, diputados y senadores, pero la claridad sobre la procedencia de la orden de aprehensión sigue sin ser clara para nadie.
Lo que es una realidad es que hasta el momento no se han movilizado a las fuerzas federales para aprehenderlo y que existe una tensión inédita entre las esferas del poder y el procedimiento legal para determinar el futuro para el gobernador electo de Tamaulipas y parece que no podrá resolverse para antes del 6 de junio, el día donde los ciudadanos saldrán a votar.
Es bien sabido que en política no hay coincidencias. Pero hay formas. Dejar en vilo al pueblo tamaulipeco como daño colateral de un instrumento electoral suena bastante maquiavélico. ¿Habrá implicaciones electorales por este proceso? Definitivamente, será tarea del elector valorar la situación y tomar partido sobre esta situación. ¿a quien beneficia electoralmente esta controversia? No esta claro, se orquesta un golpe a la oposición, pero no descartemos que salga “el tiro por la culata”.