Tenemos tanto qué agradecerle al caos como decir que sin este nada podría existir ni renacer. El paso de un estado a otro sólo puede darse a través del caos y la transición por el vacío: de la destrucción para la nueva construcción. Manejar nuestra vida aparentemente huyendo del caos es vivirla a ciegas, porque el caos o los problemas siempre vendrán.
El caos es tan importante como aquello por lo que las células vuelven a regenerarse. Caos no se refiere a algo negativo, sino a esa fuerza que permite que la vida se expanda y cambie en cualquier sentido. Muchas de las decisiones que nos han llevado a mejores sendas seguramente provinieron de algún caos a cualquier escala.
Cuando las cosas se salen un poco de nuestras manos, está bien, pues estamos dejando el espacio para que la vida vuelva a reacomodarlo todo. La idea de control es una mera ilusión. Las cosas realmente se mantienen estables mientras la vida así lo permita. La mente humana no tiene idea de lo que ocurre tras bambalinas, y tampoco controlamos nada, más que la posibilidad de elegir entre ser aliados del miedo o canales del amor.
Entre más amor infundamos en cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones, más suavizaremos el suelo para que el caos transcurra con facilidad y gracia. Los cambios iniciados por un caos son inevitables, pero el camino que prepararemos para que ocurran es lo que marca la diferencia. Entre más amor y luz integramos a nuestra existencia, más suaves y dóciles se vuelven los cambios, pues el miedo genera resistencia, y la resistencia, genera sufrimiento.
Soltar para que la vida, o el poder superior que lo contiene todo, tome las riendas para generar y conducir los cambios que son necesarios y que nuestros ojos no alcanzan a ver, es facilitar todo el proceso. Los supuestos pegamentos que intentamos ponerle a las piezas de la realidad únicamente generan más fricción y se convierten justo en aquello de lo que intentamos escapar evitando el caos.
Si para los propósitos del amor y nuestro más elevado destino algo debe mantenerse, lo hará, y si no, vendrá el caos, pero la diferencia en cómo viviremos este proceso radica en la medida que lo permitamos y en lo que alimentemos en nuestro interior: miedo o amor.
Darnos oportunidad de morir y volver a nacer como seres que han ganado sabiduría de sus experiencias, es alinearnos con un caos muy positivo, incluso, es hasta que dejamos que el caos haga su trabajo, que vemos que sus resultados escribieron una mejor película. Nadie dice que sea sencillo, a veces tenemos que vivir lo más oscuro de la noche como la antesala del amanecer.
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No venimos a ser estatuas con historias petrificadas en una realidad estática: somos poderosos creadores conductores de la fuerza de la vida. Recuerda siempre que tu mente puede darle cabida al amor de todo lo bueno y saludable, pero también es el asiento de la malicia, la envidia, los celos, la ira y los malos pensamientos, la pregunta es: ¿qué alimentarás en ti?
El verdadero propósito de la naturaleza del caos en la vida es abrir el corazón y convertirlo en un canal de Dios. La elección está en cada uno, y podemos convertirnos en la vela encendida que ilumina el camino para los demás, sirviendo y elevando a toda la humanidad con el poder del corazón, o ser el pequeño yo que se consume a sí mismo como una vela asfixiada en su propio miedo.
Sin miedo y con el corazón abierto, después de la tormenta y el caos, siempre vienen la calma y sus regalos.