José Ortega y Gasset afirmó que somos nosotros y nuestras circunstancias, probablemente para explicar la aparente inestabilidad de la naturaleza humana, siempre llena de contradicciones.
Otros pensadores y científicos han analizado mucho la influencia del entorno en nuestras decisiones y cómo lo que nos rodea también nos moldea como individuos e integrantes de una sociedad.
Regresaremos, algunos ya en los hechos y otros poco a poco, a una nueva realidad que no podemos garantizar que será segura al cien por ciento y menos igual a la que dejamos antes de que diera inicio esta contingencia mundial. Nuestras vidas se modificaron de manera inevitable y nos toca ahora reincorporarnos lo mejor posible a nuevos escenarios.
Si el confinamiento nos permitió estrechar los vínculos familiares, vecinales y de colaboración con las personas cercanas a nuestra vida cotidiana, estaremos aprovechando las difíciles circunstancias e incluso adaptándolas a esta existencia y no al revés.
Pero si buscamos regresar a los mismos malos hábitos y comportamientos de antes, no habremos aprendido nada de este episodio y es posible que estemos enfilados a repetir una emergencia como ésta en el futuro inmediato.
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¿Cómo saber la diferencia? Lo que no se puede medir no se puede mejorar, así que bajo ese principio revisemos si tuvimos la previsión de planear nuestros gastos, ahorrar un poco y vigilar nuestro consumo para sacarle el mayor provecho a nuestros ingresos. Esto en lo económico.
En lo personal, pasemos lista sobre lo que aprendimos durante la pandemia en lo comunitario. Fortalecer los lazos familiares, superar en conjunto los meses de incertidumbre y respaldarnos uno al otro para mantener una buena salud mental, son hechos que permiten asegurar que hicimos un uso correcto del tiempo en esta contingencia. Extender esa actitud a los vecinos y apreciar que hoy están mejor organizados que antes, es otro indicador de que la ansiedad no nos paralizó.
Todo lo que hayamos aprendido, desarrollado, modificado en el sentido de construir un buen y bien vivir es respuesta de que las circunstancias no se volvieron en nuestra contra y más que sobrevivir, diseñamos las bases de una nueva forma de vida. Y en un país como el nuestro, con cambios constantes y una intensa actividad social, que es el fundamento de una joven democracia en construcción, ese es un logro por donde se le vea.
Ahora nos corresponde avanzar, en lo personal y en lo comunitario, hacia los acuerdos mínimos que le den consistencia a esa calidad de vida que deseamos todos, sin olvidar que cualquier sociedad exitosa no puede dejar a nadie atrás y tiene que producir oportunidades para una mayoría.
Quienes hemos tenido la oportunidad de establecer familias, de acceder a educación, de contar con un empleo estable y digno, tenemos la obligación social de ser corresponsables y asumir lo que nos toca hacer para que nuestras comunidades sean equilibradas, justas, respetuosas de la diversidad y realmente solidarias.
El mismo Ortega y Gasset también dijo que las circunstancias no nos determinan, aunque puedan explicarnos, porque al final es el carácter y las decisiones que tomamos con base en éste lo que escribe nuestra historia.
Esa es una reflexión que podríamos aprovechar, esta crisis la provocó otro organismo y la tuvimos que provocar para mantener la salud de nuestra especie, pero las maneras en que saldremos de ella y resolveremos los retos que nos presenta, está enteramente en nuestras manos.