En México vivimos una etapa política de encono. Hay quienes desde la doble moral pretenden erigirse en los jueces de los demás o como se dice popularmente: ven la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio.
Por eso, hay que pensar que quienes difunden videos o supuestas pruebas sin otro propósito que descalificar solo buscan crear confusión, faltando a la más mínima ética afirman o acusan sin realizar la menor investigación profesional.
En nuestro país la gran mayoría de las personas queremos que se conozca la verdad en todos los asuntos públicos. En ese sentido, el Jefe del Ejecutivo Federal ha sido más que claro al establecer que en donde exista sospecha, las autoridades competentes deben investigar, más aun cuando se trate de familiares de quienes tienen una alta responsabilidad. Por ello, es indispensable e incluso obligación legal que quien conozca de un acto ilícito lo denuncie.
Lo correcto en un Estado de Derecho se escuchen todas las voces de las personas involucradas y que siempre se parta de la presunción de inocencia.
Quien actúe en sentido contrario es evidente que tiene otros objetivos. Es obvio que algunas personas lo que buscan es dañar a un régimen que está comprometido con acabar con la corrupción y los privilegios que tanto daño han hecho.
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Los linchamientos sociales que pretenden encabezar quienes han resultado afectados en sus intereses personales por la transformación no conducen a nada positivo.
Afortunadamente tenemos una sociedad madura que ya no es tan fácil engañarla. La credibilidad se gana y se mantiene con la congruencia. Por eso, insistiremos siempre en que la única vía para conocer la verdad es con investigaciones objetivas, imparciales profesionales y apegadas a la Ley.
En este y en cualquier caso debe llegarse al fondo para aclarar todo y erradicar la mala fe que, al final, a quien más daña es a quien la usa para dañar a otros.