Las amenazas a la periodista Azucena Uresti y a todos los medios de comunicación mencionados por parte del crimen organizado, han prendido las alertas sobre la manera en que estos grupos delictivos buscan ahora apoderarse de la opinión pública y de la libertad expresión.
Los presuntos videos en donde advierten que de no equilibrar la información actuarán en consecuencia, no solo es una amenza a los y las periodistas, y a los medios de comunicación, sino a la sociedad en general, dado que la libertad de expresión e información es un derecho plasmado en la Constitución.
Es sabido que México es uno de los países con mayor riesgo para ejercer el periodismo, y este tipo de amenzas no dejan en duda, al contrario, lo pintan como uno de los más peligrosos por debajo de lo que se encuentran en conflictos bélicos.
Ya no es suficiente con saber que no hay un mes en que algún periodista pierda la vida por hacer su trabajo, y que en la mayoría de los homicidios esté involucrado el crimen organizado; ahora también somos testigos de las amenzas públicas por parte de la delincuencia y el crimen organizado.
Tan solo en lo que va de este sexenio han perdido la vida 45 periodistas, de acuerdo con información de la Secretaría de Gobernación.
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En la edición 2021 de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, de la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), México se encuentra en la posición 143, de un total de 180 países en cuanto al peligro que hay en ejercer el periodismo.
«(México), uno de los países más peligrosos del mundo. La vida de los periodistas de investigación es dura en este país, corroído por la corrupción y bajo la influencia de cárteles y narcotraficantes. Los asesinatos, los exilios y la autocensura se han convertido en la regla», señala la organización.
Artículo 19 destaca que desde el 2000 hasta la actualidad, se han registrado 137 asesinatos de periodistas en México.
Es por ello que es indispensable que todos defendamos la libertad de expresión y de información, pero sobre todo, de exigir que predomine el Estado de derecho y las leyes que nos rigen, y no las leyes que grupos criminales buscan imponer.
No solo suscribo al desplegado denominado «En defensa de la libertad de expresión», emitido por algunos medios de comunicación, sino hago mías las palabras ahí plasmadas, pues en un país de libertades no hay cavidad para las amenzas y menos para la impunidad.
No se puede hablar de libertad de expresión cuando es amenzada, tampoco de libertad si hay advertencias y condicionamientos, como diría aquella frase de Amnistía Internacional: «no se mata la verdad, matando periodistas. Informar no es un crimen».
De continuar como hasta ahora, el crimen organizado terminará por imponer sus reglas y sus gobiernos con todas las tragedias y regresiones que ello implicaría. Vamos muy tarde, pero aún estamos a tiempo, porque cuando la libertad se amenaza y se pierde, se pierde todo.