¿Qué implica el rechazo para una sesión extraordinaria para la revocación del mandato? La LXIV Legislatura del Congreso de la Unión vive sus últimas semanas, pero eso no ha implicado que se hayan dejado de presentar nuevos capítulos interesantes en la vida legislativa de nuestro país.
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Esta legislatura nos ha obligado a vivir con los reglamentos que rigen al Congreso y al Senado en la mano en pro de defender lo establecido en ellos y buscando siempre que los más altos valores rijan a las Cámaras y por lo tanto a la ciudadanía sobre cualquiera de los intereses políticos que puedan presentarse.
En la última semana, la Comisión Permanente vivió un intenso debate sobre la convocatoria a un nuevo periodo extraordinario de sesiones para la discusión de las leyes a las que se habrán de sujetar las modificaciones a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos el 19 de diciembre del 2019 sobre la materia.
Si bien es un asunto pendiente de acuerdo con el transitorio segundo del decreto, hay que saber distinguir lo urgente de lo importantes.
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Esta legislatura se ha caracterizado por tener una alta influencia de las órdenes del titular del Ejecutivo Federal, ha difuminado por momentos la división de poderes que rige a nuestra república y hasta ha dado una impresión de subordinación al presidente de la república y a lo que sus intereses o agenda convengan, dejando a un lado y en estado vegetativo el espíritu democrático y el enriquecimiento parlamentario que nace del debate e intercambio de ideas.
Al no aprobarse el periodo extraordinario para la discusión de la ley sobre revocación de mandato, nace una esperanza sobre la división de poderes y se fortalece la oposición en la toma de decisiones.
Si bien durante la actual legislatura el Senado de la República ha sido la mayor resistencia para el grupo mayoritario, este episodio hace que la práctica parlamentaria se separe de las órdenes presidenciales y que las diferentes fuerzas políticas dentro del congreso obtengan relevancia para la toma de decisiones.
La no aprobación del periodo extraordinario para la revocación tiene como implicación que el grupo mayoritario se de cuenta que tiene que escuchar a la oposición para lograr cualquier objetivo parlamentario, cada vez será más difícil para ellos aprobar los asuntos que consideren relevantes para su agenda, pero no podrán hacerlo sin generar consensos o llegar a acuerdos sustanciales en los instrumentos que busquen poner en la agenda para la naciente LXV Legislatura.