Opinión

El virus de las mentiras y los memes

Para leer con: “White Walls”, de The KVB

¿Cuántas historias falsas, rumores y opiniones sin fundamento se han atravesado en tu camino durante esta pandemia? ¿Qué porcentaje de ellas ha tenido lugar en redes sociales? ¿Cuántas has reenviado sin cerciorarte si son reales?

La desinformación y sus efectos son tan peligrosos como el bicho mismo. No por nada, su comportamiento es viral. Cuando uno tiene una cantidad inmanejable de información y sabe que la mayoría de esta es innecesaria la respuesta lógica sería tirarla. Nosotros la compartimos.

Los temas que deberían ser prioritarios apenas se asoman en una agenda secuestrada por escándalos, en su mayoría, a modo. No importa si son memes en Whatsapp o vaciladas en la mañanera: las confusiones con propósito transforman la manera de percibir la realidad.

Las redes sociales no solo no han quedado exentas de propósitos de manipulación: son la arena ideal para ello: modificar la dirección de pensamiento es un negocio activo y pujante.

Dar forma a una idea en la mente de una audiencia y paulatinamente enviar mensajes que la conduzcan de un punto A a uno B, es la misión. Facebook, Twitter, Instagram y cualquier red social tienen la misma oportunidad para que cualquiera publique y disemine un mensaje. Ahí radica el encanto, pero también su peligro: algo que seguirá a debate como parte de la naturaleza traslúcida del ser.

Las publicaciones que afirmaban que los limones curaban el virus se inflamaron en visitas y engagement hasta que alguien se preguntó si no era tonto tomar esto por dado. Pero han pululado fechas de finalización de la pandemia, rebrotes, fallas en las vacunas y secretos de estado todo en la comodidad de tu whats.

Facebook, Twitter, Reddit han tratado de moderar las exageraciones voluntarias o involuntarias dentro de su alcance. Han puesto freno a Trump, borrado publicaciones a Bolsonaro y auditan cada vez más publicaciones y anuncios intentando moderar el contenido con políticas y verificaciones hechas en casa. Digamos, advierten que en el salón de clase no se aceptan desórdenes, más allá de los que ellos han creado.

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Siendo justos, estas acciones se aprecian tenues si se comparan con el tamaño del problema que, además, en esta crisis sanitaria cambia en un instante y abriga preguntas que ni siquiera los expertos conocen la respuesta.

En un contexto con jefes de estado que aseguraron que el virus era una mentira atizada por la oposición, resuena la urgencia de tratar el manejo de la información como un tema de salud pública. A nivel de cualquier droga. Y empezando por contabilizar cuántas mentiras (nos) decimos cada día.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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