«Cuando nuestra relación empezó, todo el tiempo nos gustaba estar juntos, y si nos separábamos ya nos estábamos llamando o mandando mensajes. No me importó ir dejando de ver a mis amigas, a mi familia y algunas otras actividades que antes disfrutaba hacer, pues el amor está primero. Además era tan importante para mí sentirme necesitada, saber que yo podía llenar los huecos y el vacío que él tenía”.
Para tener una relación estable no es necesario “darlo todo”, cuando la felicidad de uno mismo depende de otras personas, dejamos de ser y de expresarnos como realmente somos.
La codependencia es un problema emocional en donde la dependencia afectiva hacia otra persona y la forma de relación con esta se vuelve obsesiva, se anteponen las necesidades propias con tal de satisfacer las del otro. La persona codependiente siente que necesita de esa relación para vivir, aun cuando no se siente feliz en ella.
Es normal y saludable depender en cierto grado de los demás, todos lo hacemos, la dependencia afectiva sana nos ayuda a crear vínculos; pero la codependencia es diferente de este tipo de relaciones que se consideran no tóxicas y que tienen que ver con dejar ser al otro.
La salud en una relación depende de mantener una sana interdependencia, que se da respetando la individualidad de cada uno, permitiendo generar espacios individuales físicos y emocionales en los que los integrantes de la relación puedan compartir su intimidad y su mundo emocional con otros afectos, amigos, familiares y distracciones.
Para lograr un vínculo saludable es básica la comunicación, hablar de cómo se esta llevando la relación, expresar emociones tanto positivas como dolorosas.
Entre las parejas simbióticas existe una dependencia enfermiza, son dos personas que al unirse disminuyen sus posibilidades ya que sienten que no pueden estar el uno sin el otro, esto puede generar grandes desilusiones e inquietudes al percibir que el otro tiene un ‘mundo propio’, al que no es posible acceder.
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La persona codependiente es un manipulador silencioso y controlador, pendiente de conseguir lo que piensa que su pareja necesita y en este intento de “proteger al otro” deja de ser él mismo, su intención puede parecer altruista, pero no lo es, esta abundancia de gestos de amor está condicionada a la necesidad de recibir reconocimiento constante, cuando el otro no responde a su “generosidad”, siente gran frustración , angustia, enojo y tristeza, llegando en algunos casos a sufrir angustia y depresión.
Sin embargo se necesitan dos para bailar tango y la otra parte tampoco es tan débil pasiva o inocente como parece.
Y tú…
¿Has estado o estás atrapado en una relación codependiente?
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