Esta, como todas las Navidades, es una ocasión para estar en familia, recrear los lazos, el aprecio, el perdón y poder compartir con las personas que más nos importan lo mejor de nosotros. El motivo y significado de la Navidad es un recordatorio de tantos que nos da la vida a cada instante para aprender más sobre los caminos que nos traen plenitud y felicidad verdaderas. Cuánto hemos escuchado eso de que las cosas, las personas o las posiciones de poder no nos dan felicidad, pero cuánto realmente creemos que esto sea alcanzable. En el fondo de nuestras creencias aprendidas siempre estamos esperando algo o a alguien que nos genere aunque sea un poco de satisfacción, pero satisfacer necesidades físicas, emocionales o llenar los espacios y tiempos de sensaciones para los sentidos no es realmente lo que busca el ser, ni lo que nos trae verdadera plenitud.
Es cierto que la sensación de que nos regalen algo es muy agradable, pero si observa usted bien, lo que realmente nos hace felices es el significado detrás de ese regalo. Las sensaciones que nos brinda lo material son momentáneas, y no por una cuestión moral, sino porque sencillamente así es su naturaleza: lo único que no cambia es el cambio. Lo mismo sucede con todo lo demás, pues no es la cosa en sí, sino lo que trae consigo como experiencia para nuestro ser. Cada quien tiene su ritmo y tiempos de aprendizaje, y valorar las cosas que no se ven, que no se tocan o que no representan algo para la personalidad no puede ser sino un proceso personal, pero es generalmente cuando se tienen grandes sacudidas que volteamos a ver la escala de prioridades.
Si no tenemos salud, entonces valoramos cada día que podemos sentirnos un poco mejor; si perdimos a un ser amado, entonces valoramos todo lo que nos regaló con su presencia y el tiempo que compartimos con quienes nos siguen acompañando; si no tenemos forma de sustento, entonces valoramos cualquier empleo digno; si no tenemos libertad física, entonces valoramos el exterior como sea; si no tenemos un compañero o compañera de vida, y lo anhelamos, entonces valoramos a aquél ser que realmente nos quiera, a quien realmente le importemos, a quien nos abrace incondicionalmente. Cualquier cosa o situación es susceptible de convertirse en una gran experiencia para ser más conscientes. Y cuando despertamos a lo que en verdad importa entonces todo se convierte en motivo para generarnos plenitud, porque la conciencia está en todo.
Y no es que renunciemos a lo material por un dogma, por el contrario, es valorando y agradeciendo cada experiencia en este mundo de materia que podemos darnos cuenta en dónde está su verdadero valor. Reúnase con sus seres queridos valorando que estén aquí y ahora, no se pierda de ellos por abrazar su celular; aproveche estar para estar, y sea usted brindándose con lo mejor que tiene; recuerde por igual el significado de la Navidad. Haga su mejor esfuerzo por aceptar lo que le cuesta trabajo, y por reconocer los asuntos en donde debe poner atención. Regálese y regale congruencia, la más que pueda, porque cualquier cosa que queramos ver mejor en el mundo y en nuestro amado país, comienza primero por la voluntad de cambio de cada uno/a de nosotros/as. ¡Feliz Navidad!