Gourmet

Pan de muerto: su escalofriante origen

Es un hecho que no debe faltar por ningún motivo en las ofrendas o altares, sea cual sea el municipio, pueblo o ciudad donde se honre a los muertos. Más bien, quienes gozamos somos los vivos que no dejamos pasar semana sin probarlo y compartirlo

¡Paren de modificar los panes! Recientemente hemos sido seducidos por nuevas formas y costumbres en la gastronomía mexicana. Eso marca el paso de nuevas generaciones y el descubrimiento virtuoso de ingredientes para aprovechar en la cocina, pero hagamos un esfuerzo por conservar los platillos tradicionales que, si no nuestros tataranietos ya no conocerán los sabores que tenían cautivo nuestro paladar en fechas específicas.

Hablemos del pan de muerto

Esa textura tentadora que resalta en esponjosas y azucaradas formas, sólo la tiene el pan de muerto. A la vista marca un antojo desesperado por sentirlo jugando en la boca.

De distintos tamaños pero en un sabor que no cambia del todo, según donde lo preparen, el pan de muerto es totalmente mexicano y llegó para quedarse (pese a las mantecadas a las que les han puesto por encima la copa de este pan que ya comienza a venderse desde el mes de agosto). Se dice que es porque los panaderos hacen pruebas con anticipación.

De cualquier manera es una buena idea salir a probarlo y vivir la festividad del Día de Muertos en distintas partes de México, porque en estados como Oaxaca, Puebla, Tlaxcala o Michoacán cambia el sabor, color, con azúcar, sin azúcar y hay hasta con relleno de crema pastelera o crema de cacao.

Sabor sin igual

Todo comenzó en la época de la Conquista. En 1519, los españoles rechazaban todo sacrificio y ritual de muerte así que introdujeron la costumbre de hacer un pan de trigo en forma de corazón bañado en azúcar que pintaban de rojo, para simular la sangre de la doncella.

“Comer muertos es para el mexicano un verdadero placer, se considera la antropofagia de pan y azúcar. El fenómeno se asimila con respeto e ironía, se desafía a la muerte, se burlan de ella comiéndola”, afirma José Luis Curiel Monteagudo, en su libro: Azucarados, Afanes, Dulces y Panes. La historia marca también que “el pan se preparaba con semillas de amaranto molidas y tostadas, mezclado con la sangre de los sacrificios que se ofrecían en honor a Izcoxauhqui, Cuetzaltzin o Huehuetéotl”, según el libro: Nuestras Tradiciones.

¿Qué simboliza?

• Representa un cadáver.

• La parte circular superior es el cráneo.

• Las canillas representan los huesos.

• El sabor a azahar como recuerdo a los muertos.

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