Salve nació bajo el concepto de una suerte de mercado donde pudieras pasar por diferentes puestos y comprar lo que te gustaría, con la frescura y artesanía como premisa, y llevarlo camino al trabajo, por ejemplo. Un café americano, un sandwich y vámonos a la oficina. Pero la calidad de las preparaciones y la amable atención de sus trabajadores obligó a que el concepto creciera, que pusieran más mesas y sillas y produjeran más cantidad, por ejemplo, de las deliciosas piezas de pan artesanal de salen del horno día con día.

A lo largo de cuatro estaciones, la idea es que el comensal se acerca por lo de su preferencia para ser atendido con rapidez y amabilidad. Pero lo más destacable de Salve es la calidad de lo que ofrecen. Desde el café recién filtrado, el pan tibio que acaba de salir del horno, o los célebres sandwiches, de los que pude probar un saludable y bien sazonado green power (pan de semillas con pesto, espinaca, , berros, germen de alfalfa, aguacate y jitomate), y el tentador y cumplidor ciabatta yucateca (que es en pan de aceituna, con mayonesa de habanero, cohinita pibil, arúgula, cebolla morada encurtida, queso manchego y aguacate).

Hay que mencionar la cafetería, que es una especialidad en este santuario cafetero. Partiendo por que ofrecen una mezcla propia de granos y luego por tener una buena variedad de métodos de extracción para los más exigentes. Y no me canso de destacar la panadería, donde tientan a los clientes con una sabrosa y esponjosa concha de nutella, o de café. Pero si amas el queso, también cuentan con su propia estación de crepas y marquesitas, preparadas al momento, ready to go.