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Casa vinícola apuesta por la tecnología para mejorar sus productos

Los vinos de la bodega Emilio Moro se distinguen por su calidad y la innovación constante de sus productos. Publimetro habló con su presidente, José Moro, para que explicara lo que hace diferente a estas etiquetas tan reconocidas internacionalmente.

Los vinos de la bodega Emilio Moro cuentan con gran prestigio internacional ¿Qué diría que los hace diferentes de tantas etiquetas que hay en el mercado?

—Lo que hace diferente a cada vino es su terroir, que es la unión del suelo, el clima y la variedad con la que se trabaja el viñedo. Hay variables que no se mueven cada año como lo son la variedad y el suelo y hay otras que cambian cada año que son las climatológicas.

Nuestros viñedos se distinguen por tener un clima muy extremo en invierno y muy cálidos en verano con una diferencia de temperatura entre el día y la noche. Se caracterizan por los suelos arcillosos que dan potencia, carácter y estructura; dan finura y elegancia, e incluso, guijarros que dan velocidad porque proporcionan maduración.

Unido todo esto a la variedad reina que es la tempranillo, que lo tiene todo y no destaca por nada, es perfectamente ensamblado bajo un proceso de elaboración adecuado dando como resultado que nuestros vinos sean melosos y tiernos, pero que a la vez tengan mucho carácter, personalidad y no pasen desapercibidos en boca, esto hace que los vinos de Emilio Moro sean diferentes y con una  personalidad única.

Sé que han estado innovando en la industria, explíquenos un poco cómo aplican la tecnología a sus viñedos

—¡Qué coincidencia! recientemente fui nombrado como una de las cien persona más creativas por la revista Forbes, y lo que nos viene a decir este reconocimiento es que hemos sido desde hace mucho tiempo una bodega innovadora, y que estamos a favor del conocimiento para elaborar vinos cada día de más calidad.

Desde los primeros años que empezamos a ponerle nombre a nuestras etiquetas, estamos innovando, descubriendo cosas nuevas y el cúmulo es este gran proyecto que tenemos conjuntamente con tres empresas de Vodafone, en la que tratamos de digitalizar todo el proceso de elaboración desde la cepa hasta la copa, de tal manera que no sólo se tome el proceso por intuición o conocimiento sino que también la tomemos por datos, por lo que vamos a medir y monitorear todos nuestros viñedos mediante sensores, estaciones meteorológicas y satélites que nos van a dar información acerca del comportamiento del viñedo y su estructura. Todo esto nos va a dar la capacidad detener una fotografía de cada viñedo y hacer un abono a la carta, de esta manera serán más sostenibles.

La información recopilada pensamos unirla a una plataforma donde vamos a medir en bodega, mediante sensores, los distintos parámetros del vino para unificarlo al big data y el machine learning para obtener información suficiente para tomar decisiones, no sólo desde el punto de vista del conocimiento, sino desde el punto de vista de los datos. Y ahí estamos, aprendiendo y diseñando un modelo totalmente diferente, de acuerdo a los tiempos.

Suena a que es un reto bastante difícil…

—Bueno, es así como avanza la vida, los datos son el oro del siglo XXI y no hay empresa ahora mismo que no tome decisiones mediante datos. La industria del vino  no es menor y por eso estamos utilizando esos datos para la toma de decisiones.

¿En qué sentido ayudará toda esta tecnología a que los vinos sean mejores?

—Yo tengo conceptos muy claros y uno de ellos es que en cuanto nazca la simiente, menos intervención. Recuerdo que cuando era niño había que abonar los viñedos, la costumbre era que el líder del pueblo tomaba la decisión de abonar, por ejemplo a 500 kilos por hectárea y todos los demás lo seguíamos. Hoy no, porque primero analizamos cómo está el terreno, en qué parte hay más calidad o dónde hay carencias y de acuerdo con eso, hacemos un abono a la carta.

Tomamos decisiones a la hora de vendimiar, cuándo podar o qué posibles enfermedades se puede tener, de acuerdo a los datos, y todo eso hará que tengamos un viñedo con menos intervención, más sostenible, lo cual provocará que los vinos sean cada vez más natural u orgánicos, si fuera la palabra.

¿Qué significado tiene de manera personal y para la marca el hecho de que ésta haya quedado plasmada en el mural del edificio One Times Square, de una ciudad tan icónica como lo es Nueva York?

—Creo que es una manera nueva de mostrar la creatividad y, ésta se expresa a través de la tecnología, mediante una buena comunicación para dar una buena imagen de marca. En este caso se nos ha presentado la oportunidad para expresar lo que son nuestros vinos, a través de un mural hecho por uno de los pintores españoles más prestigiosos en Estados Unidos y que ha destacado por sus obras en el Coliseo de Roma, el Hotel Plaza o la Torre Freedom.

En esta ocasión, plasmó su arte y creatividad en Times Square con un mural de más de 180 metros cuadrados, el cual es la imagen de un homenaje a la cultura española, a través de cómo lo ve él, de una manera retrospectiva. En éste mural se juntaron la música, la moda, los toros, la cultura y el vino no podía faltar porque es un elemento diferenciador, es un elemento cultural muy importante dentro de la marca España, y desde esa perspectiva Emilio Moro es ese elemento diferenciador y en su mural debía tener cabida, además, porque él es un enamorado de la bodega y fue él quien nos pidió que la marca esté dentro de todo esto.

Para nosotros es un orgullo poder decir que estamos presentes en el corazón del mundo, en Manhattan, en representación de todos los vinos españoles, en esa expresión de lo que significa el vino como producto cultural y como producto saludable. Esas marcas van a tomar vida de una manera abstracta en ese cuadro y eso es importante para los vinos españoles porque además, esas etiquetas se fusionan, como te dije antes, con esa cultura, esa moda, esos toros y van a tomar un color muy especial.

¿Cómo se construye una marca tan querida como lo es Emilio Moro?

—Hay una fórmula muy fácil: trabajar, trabajar y trabajar. Es muy claro que cada año tenemos que mejorar nuestros vinos, viñedos y procesos. Tenemos que estar muy atentos a lo que nos dicta el consumidor, tenemos que ser capaces de tomar una uva con raíces profundas y saberla vendimiar con cariño, tratarla en la bodega con más cariño, si es posible, entendiéndola perfectamente y llevándola a una botella para que cuando llegue a cualquier parte del mundo sea capaz de hacer feliz al consumidor.

Todo esto tiene que ir acompañado por un gran equipo de trabajo, una muy buena comunicación y saber vender todos estos factores o elementos que intervienen para que una marca sea conocida y eso es lo que estamos haciendo con Emilio Moro, aparte de nuestro interés de trabajar cada año más y mejor para que nuestros vinos sean conocidos y con más calidad.

¿Algún comentario final que tenga?

—Hemos estado hablando de tradición, innovación y creatividad pero el último punto que tengo qué decir para completar la entrevista es hablar de nuestra responsabilidad social y más porque la aplicamos con mucha ilusión en México. Llevamos tres años ayudando a que llegue agua segura a las escuelas a través de la fundación Emilio Moro, colaborando en conjunto con la fundación Cántaro Azul, en Chiapas.

Hemos tenido resultados espectaculares llegando a más de cien escuelas para que los niños puedan tomar agua potable, pero no sólo es eso, sino que también estamos ayudando a que desde el punto de vista pedagógico tengan la formación suficiente para discernir, no sólo para ellos sino para su familias y padres, lo importante que resulta beber agua segura y no, como dicen ellos ,“agua del tubo” o gasificadas que les producen tantas enfermedades gastrointestinales.

Es una labor muy importante de la cual nos sentimos muy orgullosos, tan orgullosos como nos recibe siempre México, con los brazos abiertos y con el corazón abierto, aceptando nuestros vinos y aplaudiéndolos por su calidad.

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