Edgardo, empezaste como escritor a los 50 años de edad ¿cómo es que das este salto de médico de profesión a escritor de novelas?
—Llega el momento en que eres un consumidor de libros y un lector disciplinado, realmente no tengo formación literaria sino que en mis ratos libre me dedicaba a leer bastante. Como médico de profesión, me dedicaba a investigar y es así que publicaba artículos científicos y mi asesor de trabajo e investigación en broma me decía que ya me dedicara a escribir novelas y terminé haciéndole caso. Un día, ya que había salido de mi trabajo institucional, le dije a mi hijo, quien estudió comunicación, que quería escribir un libreto de cine y fue así que surgió el primer capítulo, de la primera novela llamada Detrás del horizonte hace 9 años y a partir de ahí me dediqué más en forma a escribir, tanto que ya llevo cuatro novelas, un compendio de cuentos y probablemente en un par de meses la traducción de un anecdotario. Me considero un escritor tardío en ese sentido, pero nunca es demasiado tarde así que voy aprovechar los otros 50 años que me quedan para seguir escribiendo (ríe).

En casi toda tu obra utilizas el humor negro ¿es un recurso para invitar a la reflexión de una manera más amable?
—Tiene que ver un poco y te pongo como ejemplo la profesión médica, una de las más humanas, porque mantiene un contacto con la gente y sus enfermedades. Cuando uno convive con los pacientes en estos intercambios de experiencias, pues creo que sí contribuye a lo que es parte de los relatos y a la definición de los personajes.
¿Qué escritores sientes que han influenciado en tu manera de escribir?
—Me gusta mucho como narrador Mario Vargas Llosa, incluso más que Gabriel García Márquez. De los más recientes, me gusta el estilo de Francisco Martín Moreno, el historiador novelista y más que nada por el hecho de cómo apuntala sus relatos, resultando controvertidos, esa especie de rigor que usa para apoyar sus relatos. En cuanto al estilo, que me han definido como un escritor en sí, me gusta más describir escenarios que personajes; me gusta también el diálogo en la novela. Por otra parte, el shock emocional que se provoca en el lector lo retomo cuando leo Noticias del Imperio, de Fernando del Paso, desde el primer capítulo de Carlota recluida en el castillo, presa ya de la esquizofrenia, y de la manera tan clara cómo el autor relata esos pasajes. Fíjate que hay muchas figuras de médicos que también han sido escritores, Chejov en los cuentos; A.J. Cronin, novelista; Oliver Sack, neurólogo y escritor británico, también han influido en mí, en el sentido de que también son médicos y como se dice por ahí ‘de poetas y locos, todos tenemos un poco’.
¿Qué nos puedes adelantar de la secuela de tu libro más exitoso?
—Estoy trabajando mucho en trasladar De médico a sicario a guión cinematográfico, en lugar de hacer una secuela. Mucha gente que ha leído el libro se quedó con un sabor amargo por el resultado final del personaje, dicen que no es justo, pero lo que realmente viene es la segunda parte, en el que ahora la heroína es la secretaria que se queda suspirando por el médico, ya llevo un buen adelanto y estoy tratando de seguir la misma narrativa de enganche, que sea fluida y que tenga el mismo escenario donde se desarrolla la primera parte. Siempre he defendido al médico sicario, porque no es tanto literatura, sino es una historia que se desarrolla en el contexto de la violencia del narco, que es un poco en el que se va a centrar nuevamente el tema, pero también voy a tocar el tema de los migrantes, de los mojados, y de los compatriotas que cruzan la frontera con la ilusión de triunfar, aunque en la mayoría de los casos es para sufrir. La historia también es narrada en primera persona, en este caso en la voz de la secretaria, así que tuve que sacar mi lado femenino (ríe) para adentrarme en el personaje. En otro de mis proyectos está por entrar a prensa un anecdotario que lleva por nombre Los diez consejos que nadie me pidió, pero me vale madres, es una conferencia que di cuando era practicante médico y gustó mucho y de ahí sale este anecdotario que trata de dar consejos sobre el actuar de la medicina, no para que les vaya bien, sino para que disfruten lo que están haciendo. Estoy esperando la participación de un monero que va a ilustrar algunas partes del libro.
¿Qué mensaje les dejas nuestros lectores sobre tu experiencia de vida como médico y escritor?
—Tenía como consigna decirle a mis alumnos de medicina que el médico debe desarrollar cualquier arte: redacción, actuación, música, literatura, lo que sea porque esto hace que el médico sea más humano para entender a la otra persona, puesto que te hace más sensible, tenemos que regresar a los orígenes en que la ciencia y el arte sean hermanas en el desarrollo del individuo. Creo que se debe mantener un justo equilibrio entre la literatura en papel y la electrónica y tratar de que los jóvenes lean un poco más, en la medida que se fomente más la lectura se tendrá a individuos mejor preparados lo que derivará en un mejor país.