El fin de semana siempre se antoja ir a comer algo delicioso para consentirse un poco después de una agotadora jornada laboral, olvidarse de las preocupaciones y divertirse con la pareja, los amigos o la familia alrededor de una mesa que estimule la alegría de todos mediante la degustación de sus platillos.
Con este pensamiento en la cabeza, nos dirigimos al Treze con Z, del chef Paco Campuzano, un restaurante cuya cocina se apoya en las brasas para sus creaciones culinarias a base de pescados, mariscos y cortes selectos, principalmente, entre varios platos más que lucen apetitosos, de acuerdo a su menú.
El interior
Al entrar, lo primero que llama la atención es el enorme mural de la artista plástica mexicana Sofía Castellanos, tanto, que no te puedes ir sin tomarte la foto del recuerdo en esta magnífica obra de arte que dota de identidad visual al restaurante, además de reforzar su decoración que invita al confort.

Como la tarde es soleada y un tanto calurosa el mesero nos lleva a una mesa de la terraza, amplia y fresca, con la ventaja que cuenta con un domo en caso de que se presente lluvia, tal como sucedió ya cuando estábamos en la sobremesa, pero aprovechamos para pedir algunos tragos mientras esperábamos a que concluyera.
La oferta gastronómica
El menú no es amplio, unos cuantos platos, pero bien seleccionados con la promesa de que el comensal quedará satisfecho sea lo que elija.
De entrada, nuestro mesero Doroteo, nos trae una cestita de pan elaborado con masa madre, es decir, la dejan fermentar de manera natural durante 24 horas sin ningún tipo de aditivo y lo ponen ligeramente a las brasas para que llegue calientito a la mesa.

Después de ver el menú nos decidimos por un gazpacho de chile jalapeño, elaborado a la manera tradicional con tomate, pepino y un poco de pimiento rojo que va servido con jaiba desmenuzada y aguacate asado a las brasas que le proporcionan un delicioso sabor.
La proteína y la hortaliza complementan muy bien el fresco sabor que, a pesar de ser de jalapeños, en ningún momento se siente picante o agresivo como pudiera pensarse. Un agradable inicio.
Se ordena un pescado a la talla, una lubina aderezada con una mayonesa casera elaborada con chile pasilla mixe que se mete al horno de brasas logrando que su piel quede hecha una costra de sabor ahumado y, literal, hacen que uno quiera chuparse los dedos por lo exquisito del sabor.
De guarnición lleva arúgula, rábano y vinagre balsámico. Para apreciarlo por completo se sugiere no aplicarle limón o salsa, pero es a elección de cada persona; en este caso, después de algunos bocados, pedimos tortillas y una salsa roja para taquear a gusto.

En este apartado de mariscos también se puede ordenar un pulpo glaseado con papas rotas y pimiento de piquillo o un lenguado holandés en mantequilla de epazote y chiles terminado a las brasas y acompañado de espárragos, por si se quiere probar algo diferente.
Los carnívoros de corazón podrán satisfacer sus expectativas con diversos cortes a las brasas como el rib eye de medio kilo, un Tomahawk según el peso, Porter house de un kilo, cochinillo asado con papas y ensalada o los cortes del día.
Por supuesto que cuentan con las etiquetas más reconocidas en cuanto a vinos y licores, además de una refrescante coctelería clásica e innovadora, y así lo atestigua su enorme barra de metal con un diseño atractivo que, además de dar servicio, es un elemento decorativo sobresaliente del lugar.
De postre se pide una tarta fondant, que consiste en una galleta sablé que se rellena con una crema de avellana, espuma de chocolate y mix de cacao acompañado de helado de chocolate y café capuchinos para finalizar la agradable experiencia.
Conclusiones de la experiencia
El alto nivel culinario de la preparación de sus platos, lo ecléctico de su decoración, la esmerada y cortés atención del personal, así como la coctelería que ofrece hacen que den ganas de volver al lugar para probar algunos platillos más.
La zona en que se ubica el Treze con Z, pudiera hacer pensar que el lugar es pretencioso o muy formal, pero nada más alejado de la realidad, pues aquí el objetivo que se busca es que el comensal la pase bien, disfrute una buena comida y pase largas horas amenas que provean de la energía necesaria para volver a la cotidianidad de la semana laboral.