El caso de la española Pilar Garrido, hallada muerta en julio pasado en el estado mexicano de Tamaulipas, dio un vuelco de 180 grados, después de que las autoridades señalaran a su esposo, Jorge Fernández, como probable responsable del asesinato.
En un caso rodeado de incógnitas desde su inicio, la fiscalía estatal dio a conocer dos datos que cambian por completo la narrativa: el primero, que hay inconsistencias en la declaración del esposo, testigo de la desaparición, y el segundo, que Garrido murió por estrangulamiento, una práctica no asociada a los grupos delictivos de la zona.