En su largo peregrinar por consultas médicas desde pequeña, la cubana Misleidys Castillo tenía por costumbre quitar los bolígrafos a sus médicos para dibujar sobre sus recetarios. Primero fueron rayas, luego animales, hasta llegar a las toscas y musculosas figuras humanas que pinta en la actualidad.
Autista y sordomuda de nacimiento, Castillo recurrió desde niña al dibujo y la pintura como su única forma de expresión, una necesidad vital de comunicación que hoy, a punto de cumplir 32 años, es una obra artística consagrada que expone en museos y galerías.