Las Vegas, una ciudad más que acostumbrada al ruido, a las multitudes y a la algarabía, no sale del estupor tras la peor matanza por arma de fuego registrada en Estados Unidos. La noche parece haberse extendido y se fundió con una madrugada amarga.
El despertar del día siguiente llegó con cifras que asustan: 58 muertos y 515 heridos en el tiroteo ocurrido el domingo por la noche en un concierto de música country.