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Madre salva a sus dos hijas de incendio en Marruecos

El incendio se originó por razones desconocidas en el salón; desde allí se propagaban llamas y humo en todas direcciones, por lo que Hayat se alejó hasta el otro extremo de la casa con sus hijas y buscó alguna solución mirando desde la ventana tras arrancar a mano los cristales

Dos niñas españolas de 10 y 9 años salvaron milagrosamente la vida tras el incendio de su apartamento gracias al coraje de su madre, de nacionalidad marroquí, que las sacó por la ventana de un tercer piso hasta un extractor de aire acondicionado.

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Desde el extractor colgado de un muro, y sirviéndose de una soga que les lanzó un anónimo emigrante subsahariano que se encaramó en la azotea, Hayat Zouini, de 37 años, logró así salvar la vida de sus dos niñas mientras su apartamento era devorado por las llamas en la ciudad de Kenitra, 40 kilómetros al norte de Rabat.

Con los pies en el piso encharcado de lo que fue su apartamento, donde reina un fuerte olor a quemado, Hayat (que en árabe significa «Vida»), casada con el español Alfonso Rentero, rememora hoy en la penumbra de su casa sin electricidad, con una increíble sangre fría, lo que fue una noche dantesca que finalmente terminó con final feliz.

«Eran cerca de las dos de la madrugada del domingo cuando me despierto oyendo gritos: ¡Mamá, humo!, ¡mamá, humo!. Salgo de mi cuarto y al abrir la puerta un nubarrón de humo negro me ciega; a tientas, me acerco hasta el cuarto de mis hijas, y sin siquiera poder verlas, las llevo hasta mi cuarto», relata.

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El incendio se originó por razones desconocidas en el salón; desde allí se propagaban llamas y humo en todas direcciones, por lo que Hayat se alejó hasta el otro extremo de la casa con sus hijas y buscó alguna solución mirando desde la ventana tras arrancar a mano los cristales.

Si uno mira por esa ventana, solo ve el vacío; pero Hayat vio otra cosa: el único objeto que sobresalía del muro exterior era el extractor de aire acondicionado de los vecinos de abajo. Sin dudarlo, saltó como pudo sobre él, sin saber muy bien qué haría después.

Un inmigrante subsahariano apareció de la nada y trepó por el muro hasta la azotea equipado con una soga de albañil. ¿Dónde la había encontrado? Da la casualidad de que frente a casa de Hayat hay un edificio en construcción y, como sucede en Marruecos, están a la vista del público ladrillos, arena y sogas.

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