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“El futbol es el opio del pueblo. En estos días andamos todos drogados, qué cosa impresionante y fantástica”. Eduardo Galeano.
El futbol como opio del pueblo.
@JC_Colin
Los futboleros nos enojamos cuando nos dicen que el futbol forma parte del “pan y circo”. No es fácil responderles, pero acudiendo a las ciencias sociales nos podemos defender.
El futbol no tiene la culpa de que lo metan a esa frase de Karl Marx que dice que “la religión es el opio del pueblo”, en referencia a que adormece el espíritu revolucionario de la gente.
El deporte -incluyendo el futbol- no manipula a la gente como dicen algunas personas prejuiciosas. Es más complejo que eso.
Tampoco puede ser entendido como “válvula de escape” para “olvidarnos de nuestros problemas durante 90 minutos”. Casi siempre ocurre todo lo contrario, ya que los aficionados deben aprender a sufrir por sus equipos, unos más que otros (como los cruzazulinos).
La mala fama del deporte viene desde el Siglo XX porque ha sido utilizado como propaganda por parte de líderes autoritarios (Hitler, Mussolini, Videla, Díaz Ordaz, Franco, Emilio Medici, Salazar, Pinochet, etc.). Sin embargo una cosa es usarlo como publicidad y otra como mecanismo de control.
Actualmente, el futbol también es utilizado para campañas políticamente correctas e incluso como plataforma para los revolucionarios: basta mirar las protestas en Brasil, que se maximizan y son más visibles por su relación con el Mundial y la Confederaciones. Aunque ojo: Si no se gastara dinero en esos mega eventos no hay garantía de que se invertiría más en hospitales o educación. En muchas otras cosas que protestan tienen razón.
Foto: AP
El antropólogo Roberto Da Matta fue uno de los primeros que cuestionó la frase-cliché de futbol como opio, al encontrar que dicho deporte está relacionado con la cultura -en este caso brasileña-.
El futbol y el deporte en general tiene una función social muy importante, ya que permite la socialización, ayuda a construir identidades, comunidades y lazos afectivos. Claro que también fomenta las rivalidades por su lógica disyuntiva pero no “adormece” como dicen los marxistas.
En resumen, el futbol puede ser utilizado para bien o para abusar, pero no para manipular y alinear a las masas. Lo mismo decían de los medios de comunicación.