Roberto Osuna se llevo el salvamento del juego dos de la serie Divisional ante los Rangers de Texas en una salida donde mostró sangre fría con sus lanzamientos.
El escenario no “espantó” al mexicano, y es que desde pequeño ha vivido situaciones difíciles que ha sabido superar.
Tuvo que dejar la escuela a los 12 años para ayudar a su familia, se fue con su padre Roberto, exbeisbolista, a recoger legumbres al campo: tomate, papa, pepinillo, tomates. Trabajaba 12 horas, de cinco de la mañana a cinco de la tarde.
Después de la ardua labor en el cultivo, Roberto se ponía con su padre a lanzar. El equipo juvenil al que pertenecía hizo giras en Japón e Italia, los scouts de Grandes Ligas ya habían puesto su radar en el joven mexicano.
A los 16 años, Osuna debutó en la Liga Mexicana de Beisbol con el equipo más ganador en la historia de la pelota azteca, los Diablos Rojos del México.
El todavía adolescente llamó la atención de los Azulejos de Toronto y lo firmaron por 1.5 millones de dólares, su familia no ha sufrido más carencias económicas.
El ‘Cañoncito’ debutó en la gran carpa cuando tenía 20 años, su estreno se postergó porque cuando llegó se lastimó y tuvo que someterse a la cirugía Tommy John, aun así tuvo 20 salvamentos.
El 2016 fue de ensueño para el mexicano pues se consolidó con los Azulejos como el mejor cerrador del equipo. Tuvo 36 juegos salvados, el mayor número en la historia de las Grandes Ligas para un lanzador de 21 años.
Sus compañeros estás sorprendidos por la serenidad que siempre muestra, no importa la situación, el azteca siempre domina los nervios y muestra sangre fría.
Roberto Osuna pasó por escenarios difíciles, por eso lanzar en un juego de béisbol no lo espanta, dice que tiene cómo defenderse: “Dios es mi escudo. Trato de nunca bajar la guardia, trato de ser positivo todo el tiempo”.
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